Por Erick Zedan
Todos los que alguna vez frecuentábamos el Centro de San Salvador, los que nos deteniamos en algún almacén a ver las vitrinas, los que fuimos a los cines como el Izalco, Libertad, Majestic, Central, Universal, Apolo etc.
Los que cuando llegaba la época escolar íbamos a la Hispanoamérica, Librería Ercilla o Cervantes; en aquel tiempo cuando los All Stars solo los vendían en Omnisport o Bahaia; los tacos de fut en Estadio Centro Deportivo. Los LP’s se podían oír en Kismet, Casa Rivas o Boni Discos.
Los tiempos cuando al comprar los calzoncillos «lo fundamental era Norma y lo demás era lo de menos», esos tiempos donde las bicicletas Peugeot y Benotto eran incomprables y las veías de cerca en los aparadores.
Los mejores overall los vendían en Constantino Chahin, los mejores zapatos los vendían en Flash o en Astir.
Tomarse un cafe en La Corona o Bella Napoles era impresindible, o si querías un buen «hotdoy» nada mejor que La Araña del Europa.
Para ir a comprar los cuetes había que ir a la Plaza Libertad y de vez en cuando salir a la vagancia a jugar billar de escondidas en la Dalia o simplemente andar baboseando sin rumbo con los cheros.
Los carritos Matchbox se compraban en el Almacen Silhy. Comunicarse con alguien implicaba ir al Telégrafo si era urgente o al Correo por una carta. Era así de simple y tranquilo.
A mi me toco vivir asi, tomar la ruta 5 o la ruta 10 para ir a la escuela, todo coincidía en el Centro, todo pasaba en el Centro y era tranquilo y bonito.
Ya mas adelante comimos en el sótano del McDonalds.
A mi me tocaba ir al centro casi a diario, trabaje con mi Padre en la Optica Franklin y después supervisaba las Opticas del centro esas que estaban en la Ruben Dario y las que estaban cerca de la Iglesia San Jose y cerca del Teatro Nacional y compraba el pollo rostizado con las famosas papitas colochas del Encanto. A veces comíamos en el Hong Kong o el Shi Fan y no faltaba la repostería de Bruno Verri o Chez Roberts a la hora del cafe.
Bueno, tantos recuerdos bonitos de la infancia y juventud. Ayer los reviví.
Ya había ido sin bajarme del carro para ver de noche ese San Salvador nostálgico. Pero gracias a la invitación de una amiga para la inauguración de la Plaza Barrios fui y camine por todos esas mismas calles y de abusivo pedi permiso para entrar a la famosa Dalia desde donde pude apreciar e imaginar el cambio que tendrá San Salvador.
Vayan, sientan, véan por ustedes mismos lo que se esta haciendo, caminen por donde anduvieron hace ratos; contemplen lo que se esta haciendo; háganlo sin prejuicio y no permitan que esa predisposición política partidaria los ciegue.
Véanlo, merece que por lo menos abramos los ojos ante un proyecto que debería de llenarnos de felicidad.
Camine tranquilo asi como caminan los miles de miles de personas que pasan a diario por estas calles, asi como trabajan miles de miles de señoras que se ganan la vida vendiendo de todo. Los «vendelotodo» están allí y es tiempo que se limpie y se ordene para el mismo beneficio de ellos cuando nosotros podamos regresar a caminar por esas lindas calles.
Ahora se podrá pasear en una gran peatonal iluminada que abarca varias cuadras a la redonda, desde La Plaza Barrios a La Plaza Libertad.
Seguro quedara precioso, digno de un país que merece lo mejor. Al menos ese es mi deseo.
Y para todos los “maistros” de la Dalia mis mejores saludos por seguir manteniendo ese lugar emblemático con el mejor piso lustrado por el tiempo.