Uno creería que aquél 9 de enero de 2007, cuando Steve Jobs presentó el primer iPhone, los altos ejecutivos, jefes de ingeniería y responsables de diseño de BlackBerry, Motorola y Nokia sintieron que sus mundos colapsaban. Pero no fue así. La reacción fue mayormente de negación. Apple hacía computadoras, no teléfonos. Entre las tres compañías manejaban cómodamente el mercado de los celulares, y los chicos de la manzanita todavía debería vérselas con los incansables e industriosos surcoreanos. Steve Ballmer, CEO de Microsoft, se rió del nuevo producto de Apple.
Además, era sólo una presentación. Ya se vería si después, en el mundo real, las cosas eran tan lindas y fluidas como las había mostrado el CEO de Apple.
Los dueños de la telefonía celular tuvieron casi seis meses para hacer algo, para empezar a prepararse, para reaccionar. El iPhone llegaría al público el 29 de junio de ese año. Fue viernes. Ese fin de semana se vendieron tantos equipos que hasta existe un debate al respecto. Los medios dieron cifras tan disímiles como 250.000 y 700.000. El balance de AT&T, el único autorizado a vender el iPhone en aquél momento, refleja que se despacharon 145.000 ejemplares. Tampoco esto puso en alerta a los emperadores de la telefonía celular. En rigor, encontraron que las ventas «habían sido tibias». Sí, sólo que nadie hacía cola para comprar un teléfono de sus marcas. Sólo que la distribución de Apple estaba limitada a algunas ciudades de Estados Unidos. Hoy sabemos que tal juicio fue miope. Nueve años después, en julio de 2016, Apple alcanzó el hito de los 1000 millones de iPhones vendidos.
Impresiona volver a ver la presentación de Jobs en la Macworld de 2007. En el curso de 80 minutos borró del mapa una industria. No lo sabían por entonces, pero los tres gigantes estaban destinados a desaparecer. Nokia, en aquél momento el mayor vendedor de celulares del mundo, pasó a manos de Microsoft, y la licencia para usar la marca en móviles fue adquirida por la finlandesa HDM Global. Motorola Mobility, que había inventado el celular 34 años antes, fue adquirida por Google y luego se la quedó Lenovo. BlackBerry, que había impuesto la idea del smartphone, dejó de fabricar teléfonos en septiembre de 2016, luego de declinar durante casi una década.
Samsung y LG, siempre más pragmáticas, se adaptaron rápidamente. En 2005 Google había comprado una startup que estaba diseñando un sistema operativo para cámaras digitales -rubro que por entonces explotaba-, y en septiembre de 2008 saldría al mercado el primer equipo con Android, el HTC Dream. Sería otra de las compañías que, gracias a esta sinergia, pasarían a ocupar el lugar de los caídos en desgracia.
Pero el keynote de Jobs impresiona por otro motivo. El hombre está mostrando el futuro, está hablando de la forma en que hacemos las cosas hoy, una década después. El video parece filmado ayer.