En este momento, América Latina se encuentra en una fase de crecimiento exponencial de la pandemia de covid-19. La región llegó a esta etapa mucho después de Asia Oriental, Europa, Canadá y Estados Unidos, lo que le dio a los líderes y a los sistemas de salud la oportunidad de prepararse con semanas de ventaja. Sin embargo, la demora en la aplicación de políticas, las deficiencias en los liderazgos y los sistemas de salud débiles y desabastecidos agravan el problema en varios países. América Latina necesita un marco de políticas que priorice la salud y, al mismo tiempo, que alivie las dificultades económicas y tenga en cuenta la carga que sentirán los pobres, aquellos con empleo inestable y las mujeres que, en muchos casos, son las que tienen a cargo las tareas de cuidado.
En América Latina, como en otras partes del mundo, estamos siendo testigos de los peligros de la acción demorada en manos de regímenes populistas que desvalorizan la ciencia y la evidencia, poniendo en riesgo a millones de personas, hasta que se demuestra que están equivocados y que deben dar marcha atrás para implementar políticas que contengan el virus. Por el contrario, los líderes que se valen de la información científica para tomar decisiones, pueden implementar políticas de salud que apuntan a aplanar la curva así como políticas económicas y sociales que contribuyen a mitigar las consecuencias para contener la pandemia.
Como hemos visto, la implementación de las iniciativas para mitigar la propagación del virus puede determinar la trayectoria y la gravedad de los contagios, y la capacidad de aplicar los recursos escasos del sistema de salud para salvar vidas. Las campañas de información pública, la cancelación de eventos, las restricciones de circulación, los controles de viajes, las medidas fiscales y monetarias, el apoyo a los cuidadores y a las familias y la inversión en salud son los grandes desafíos del covid-19 y es responsabilidad de cada gobierno que se cumplan.
En América Latina, la implementación de las medidas de contención del covid-19 varían drásticamente de un país a otro y también dentro de un mismo país. En algunos países como Chile, por ejemplo, impusieron medidas preventivas tempranas y movilizaron los sistemas de salud para enfrentar la amenaza. En contraste, otros líderes como los de Brasil y México, al comienzo hicieron poco para prepararse o contener la pandemia.
Brasil confirmó su primer caso el 26 de febrero, mucho después de que comenzara el brote en Wuhan, China, y después de que Estados Unidos implementara restricciones en los viajes. Sin embargo, durante todo marzo, el gobierno de ese país estuvo ausente y, en algunos casos, se opuso con descaro a los esfuerzos locales de imponer una cuarentena, mediante una recomendación nacional contra cualquier tipo de aislamiento o cierre de comercios hasta el 27 de marzo. Incluso las acciones retardadas de algunas autoridades locales tuvieron efecto, pero son poco consuelo considerando la casi inexistente respuesta de salud pública que podría haber evitado la propagación comunitaria de la enfermedad a fines de febrero y principios de marzo.
Como Jair Bolsonaro, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador negó y minimizó constantemente la amenaza del covid-19, alentando a la población a continuar sus actividades. Viajó ampliamente, promoviendo la idea de que era inmune a la enfermedad y de que no había necesidad de preocuparse hasta que él lo indicara.
Al igual que en Brasil, los gobiernos estatales y municipales mexicanos salieron a dar una respuesta de política pública frente a la ausencia de liderazgo federal. México confirmó su primer caso el 27 de febrero, y el gobierno casi no dio una respuesta hasta la tercera semana de marzo, cuando las escuelas cerraron por Semana Santa. El 24 de marzo, el mandatario mexicano prohibió las reuniones públicas de más de 100 personas y recomendó el distanciamiento social.
La respuesta de la política pública chilena fue, por el contrario, rápida, amplia y basada en la evidencia. Chile confirmó su primer caso el 3 de marzo. El 15 de marzo, el presidente Sebastián Piñera prohibió las reuniones públicas grandes, cerró las escuelas, anunció la creación de un fondo nacional para suministros médicos con el objetivo de realizar pruebas de detección y expandir hospitales. Todo esto entró en vigor el 16 de marzo y el país comenzó a realizar pruebas de detección en forma generalizada. Estas acciones federales se implementaron en las tres semanas posteriores al primer caso, y aproximadamente tres semanas antes de que políticas similares se implementaran en Brasil y México. Al 8 de mayo, Chile tiene 25.972 casos positivos de coronavirus y 294 muertos, según datos del Ministerio de Salud de ese país. Una de las tasas más bajas del mundo.
La diferencia en las respuestas de política pública frente al covid-19 en América Latina se combinará en última instancia con la variación en el acceso a la atención médica para determinar cuántos ciudadanos sufren y mueren por la enfermedad. Una estrategia nacional coherente crea un modelo de políticas, programas e iniciativas universales que protegen a los ciudadanos de los gobiernos locales con mal desempeño y poca capacidad para prestar servicios. Los gobiernos nacionales pueden y también deben trabajar y apoyar a los gobiernos estatales y locales para implementar políticas, como lo hizo Chile con las comunas de Santiago de Chile.
Los excesos simbólicos o retóricos de los líderes políticos pueden tener serios efectos negativos, al enviar señales a los ciudadanos de que ignoren a las autoridades sanitarias locales y estatales. En otras palabras, esta respuesta es irresponsable y las consecuencias son enormes.
La pandemia revela las desigualdades persistentes en los sistemas económicos, sociales y de salud. Un método aislado para intentar contener enfermedades es insostenible para encarar la pandemia actual y prevenir futuras amenazas a la salud. Los gobiernos de América Latina deben aplicar las lecciones aprendidas en todo el mundo e implementar políticas basadas en la evidencia que reduzcan la pérdida de vidas y desarrollen resiliencia para contener la pandemia de covid-19 en el presente y sustentar la salud y el desarrollo económico equitativo en el futuro.
Los profesionales de salud pública y los científicos están colaborando para enfrentar la pandemia juntos. Por ejemplo, el Instituto de Estudios Avanzados para las Américas de la Universidad de Miami, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro de Investigación y Docencia Económicas de México, entre otros colaboradores, lanzaron el Observatorio Estatal para la Contención del covid-19. El propósito es proveer información sobre las acciones de cada estado de México para luchar contra el coronavirus.
Los datos del observatorio representan un retrato diario de la amplitud de las medidas adoptadas por los gobiernos estatales conforme las recomendaciones internacionales, además de cómo son adoptadas y cuál es la respuesta.
En obscontencovid.info se puede revisar lo que se hizo, y también lo que se está haciendo en este momento crítico para contener la pandemia. De esta forma, los gobiernos tienen a su alcance las herramientas necesarias para tomar decisiones basadas en la evidencia científica.
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El Dr. Julio Frenk es presidente de la Universidad de Miami, director ejecutivo interino de Uhealth y exministro de Salud de México. Felicia Marie Knaul es directora del Instituto de Estudios Avanzados para las Américas de la Universidad de Miami y profesora de la Escuela de Medicina Leonard M. Miller de la Universidad de Miami. Michael Touchton es profesor asociado del departamento de ciencias políticas y docente líder de salud global para el Instituto de Estudios Avanzados de las Américas de la Universidad de Miami.
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Con información de CNN Español