Ni el más optimista fanático del Atlético de Madrid se hubiera imaginado un mejor escenario en el Clásico que paralizó al fútbol europeo. Es que el conjunto de Diego Simeone se impuso con autoridad en el Wanda Metropolitano y derrotó al Real Madrid en un duelo vibrante que no dio respiro.
Antes de que el cronómetro del árbitro Javier Alberola Rojas marcara los 4 minutos, Álvaro Morata se elevó en el cielo del Merengue y festejó la prematura conquista con la que el Colchonero abrió el marcador.
El conjunto de Carlo Ancelotti sintió el golpe y quedó de rodillas ante un pueblo albirrojo que estaba exultante. Apelando a sus mejores recursos, los del Cholo continuaron lastimando a través de la vía aérea, y después del primer cuarto de hora fue Antoine Griezmann quien cabeceó sin dificultades para colocar la pelota en el palo más lejano de Kepa Arrizabalaga.
El grito del francés impuso la posibilidad de lograr una victoria abultada, pero antes del cierre de la primera etapa Toni Kroos volvió a poner a la Casa Blanca en cancha, con una muestra de su talento. El virtuoso volante alemán capturó un rebote, dominó con una pierna y resolvió con la otra para celebrar el descuento. Con la mínima ventaja, el complemento se presentaba como una verdadera incógnita.
Sin embargo, a los cuarenta segundos de reiniciado el choque, Álvaro Morata despojó a los fantasmas que amenazaban con la posible reacción del Real Madrid y extendió la diferencia con otro testazo que provocó la ira de los defensores del Merengue. Una conquista que puede considerarse gemela a las dos anteriores.
Con el deseo de evitar la derrota, el estratega italiano envió a la cancha al francés Aurelien Tchouameni y al español Joselu, en reemplazo de Luka Modric y Eduardo Camavinga. Un cambio de esquema para tener mayor peso ofensivo. De todos modos, el sacrificio de Stefan Savic, Josema Giménez y Mario Hermoso reprimieron los intentos de la visita. Los tres centrales tuvieron una noche extraordinaria.
El Colchonero se quedó con el triunfo y logró escalar en la tabla de posiciones hasta el quinto puesto. Una victoria que servirá como inyección anímica para olvidar el inestable comienzo de temporada. En cambio, para el Real Madrid la caída en el territorio ajeno significó perder su invicto y la punta del certamen, que ahora la comparten los equipos de Cataluña: Barcelona y Girona.
El próximo compromiso para los del Cholo Simeone será en Pamplona, donde se medirán frente al Osasuna, mientras que el Merengue recibirá en el Santiago Bernabéu al Unión Deportiva Las Palmas, un equipo que tiene la aspiración a evitar el descenso.