Volvió. Aunque, tratándose de Silvio Berlusconi, lo más correcto sería decir que nunca se fue: hoy, a pocas semanas de las elecciones generales del 4 de marzo, está a punto de concretar una increíble resurrección política y convertirse en el hombre que elegirá al próximo primer ministro de Italia.
Es probable que ni el más fantasioso de los guionistas hubiera podido imaginar un regreso tan espectacular después de los hechos de 2011. Ese año el Cavaliere fue forzado a renunciar como primer ministro en medio de varios escándalos sexuales y ante la incapacidad de enfrentar la grave crisis económica que golpeaba al país. Berlusconi, ese 11 de noviembre, tuvo que huir de la multitud que rodeaba el palacio del Quirinale, residencia del Presidente de la República, por una salida lateral. Muchos vivieron ese día como una liberación: en la plaza hubo festejos y champagne.
Pero la política italiana acostumbra a los golpes de escena. En ese sentido, el actual regreso de Berlusconi fue ayudado por los eventos convulsionados de la última legislatura: la llegada al frente del gobierno de Mario Monti -un tecnócrata que asumió con la misión de implementar impopulares reformas de ajuste-, las elecciones de 2013 que terminaron sin una mayoría clara y llevaron al gobierno -con el apoyo de Forza Italia, el partido de Berlusconi- a Enrico Letta antes, Matteo Renzi después y, finalmente, al actual primer ministro Paolo Gentiloni.
Tantos cambios hicieron que muchos olvidaran los fracasos y los escándalos, a la vez que le permitieron -aún debilitado- continuar a ejercer su influencia en el ajedrez político.
Pero ¿cómo es el Berlusconi que se aproxima a volver al centro de la escena? Silvio, como lo llaman sus admiradores, es el mismo de siempre y a la vez distinto, según Giovanni Orsina, politólogo de la Universidad Luiss y autor del libro El berlusconismo en Italia, quizás el más riguroso análisis del fenómeno hasta la fecha. Es el mismo porque sigue siendo un político pragmático. Es distinto porque fue capaz de adaptarse al nuevo escenario.
Es parte de su vocación interpretar cualquier parte en la comedia para mantener el papel de actor principal
La metamorfosis -que incluyó una conversión al vegetarianismo y el compromiso con una mujer de 32 años-se dio en paralelo al surgimiento del Movimiento 5 Estrellas del comediante Beppe Grillo. Ante el ascenso de este partido (que según los sondeos podría ser el más votado en las elecciones del 4 de marzo), Berlusconi se presenta como el último baluarte contra el populismo. El único capaz de detener a un gobierno de los grillini.
Una transformación casi inconcebible en alguien a menudo considerado como el prototipo del político populista. Pero no todos están sorprendidos.
«No me asombra», comentó a Infobae Marco Tarchi, politólogo de la Universidad de Florencia, autor del libro Italia Populista. Desde el qualunquismo hasta Beppe Grillo. «Es parte de su vocación interpretar cualquier parte en la comedia para mantener el papel de actor principal», dijo.
Su discurso, sin embargo, logró cautivar al establishment europeo, preocupado por el avance de los extremistas. Tan es así que hasta Bill Emmott, el ex director del prestigioso The Economist que en una célebre portada de 2001 lo definió unfit, no apto para gobernar Italia, destacó el papel positivo que Berlusconi podría desempeñar en este escenario.
A pesar de haber sido condenado por fraude fiscal y estar inhabilitado para la función pública hasta 2019, Berlusconi sería, según el periodista británico, el kingmaker que opera detrás de escena, algo no tan infrecuente en la política italiana. Uno de los nombres que suenan para el cargo de premier es el del actual presidente del Parlamento Europeo, el moderado Antonio Tajani. Así, según Emmot, el Cavaliere se convertiría en el «salvador político de Italia».
Aunque otros observadores cuestionan esta visión. Después de todo, dicen, el programa de Berlusconi no es otra cosa que una versión más radical de sus antiguas promesas, como una imponente baja de impuestos en la forma de una flat tax y jubilaciones mínimas de al menos 1000 euros.
Está empujado por una visión según la cual el mundo no puede existir sin él
Tampoco es seguro que el gobierno apoyado por Berlusconi detenga a los populistas: aunque muchos apuestan a un acuerdo de Forza Italia con el Partido Democrático (de centro izquierda) para formar un gobierno después de las elecciones, el partido de Berlusconi se presentará aliado con el xenófobo Liga Norte de Matteo Salvini -quien le disputa el liderazgo- y con el derechista Hermanos de Italia. Si esta coalición alcanzará el 40 por ciento de los votos podría formar un gobierno.
Cualquiera sea el escenario, queda el dato inicial: Berlusconi, a los 81 años y tras una operación al corazón en 2016, está listo para volver.
«El hombre es duro», comentó Orsina a The Guardian. «Es realmente duro. Haría cualquier cosa para no morir, literalmente y metafóricamente, y está empujado por una visión según la cual el mundo no puede existir sin él». El Cavaliere como madame de Pompadour: después de mí, el diluvio.