El Ministerio Público (Fiscalía) de Guatemala presentó el pasado viernes las pruebas conclusivas que ponen en entredicho el supuesto triunfo del presidente electo, Bernardo Arévalo de León y también el mal proceder del Tribunal Supremo Electoral.
Desde el pasado mes de julio, tras el sorpresivo segundo lugar de Arévalo de León, la Fiscalía recibió una serie de acusaciones contra el Movimiento Semilla, que habría llevado a Arévalo a la presidencia, encontrando varios casos penales que podrían revertir el triunfo de Arévalo de León, además, también encontró delitos penales en contra del Tribunal Supremo Electoral.
Pese a los descubrimientos de la Fiscalía, el Tribunal Supremo Electoral, en lugar de apreciar las pruebas y aplicar medidas correctivas a los errores o delitos cometidos, indicó en rueda de prensa que los resultados de los comicios están sellados y acreditados.
Sin embargo, el Tribunal se encuentra desmoronado, ya que cuatro de sus magistrados titulares salieron del país al descubrir la Fiscalía en recientes días delitos de corrupción y malversación de fondos del estado y ordenar su arresto en vías de procesarlos.
La presidenta del Tribunal, Blanca Alfaro, explicó ante la situación generada por las pruebas encontradas que una resolución del máximo tribunal del país, la Corte de Constitucionalidad, sí tiene facultad para anular los comicios.
El máximo tribunal del país, la Corte de Constitucionalidad, tendrá por tanto la última decisión al respecto de los comicios y una anulación de los mismos no tendría antecedentes desde la implantación de la democracia en 1986. Hasta el momento, los magistrados no se han pronunciado.
En los últimos 45 días, tres delegaciones de Estados Unidos han llegado a Guatemala para reunirse con autoridades locales y verificar el proceso de transición electoral.
A ello se suma un grupo de senadores y legisladores que arribaron el viernes a Guatemala.
Sin embargo, la Fiscalía rechazó el mismo viernes cualquier tipo de injerencia internacional y todo apunta a que están dispuestos a mantener el pulso por revertir los resultados electorales.