El martes, a medida que el humo llenaba la cabina del vuelo 516 de Japan Airlines tras aterrizar en Tokio sumido en llamas, el sonido de una voz infantil se alzó al ruido de la confusión a bordo. “¡Por favor, déjenos salir rápido!”, pidió el menor, utilizando una forma cortés del japonés a pesar del miedo que inundaba a los pasajeros mientras los asistentes de vuelo comenzaban a gritar instrucciones.
En los minutos siguientes, incluso cuando fuera de las ventanillas las llamas que terminarían por envolver al avión de Japan Airlines (JAL) titilaban, el orden se mantuvo. Los auxiliares de vuelo evacuaron a los 367 pasajeros a través de las tres puertas de salida consideradas más seguras, enviándolos por los toboganes de emergencia uno por uno, sin lesiones de importancia. La mayoría dejó atrás todo, excepto los teléfonos, que capturarían para el mundo las escenas desgarradoras.
Si bien varios factores contribuyeron a lo que muchos han llamado un milagro en el aeropuerto de Haneda —como una tripulación bien entrenada de 12 personas; un piloto veterano con 12.000 horas de experiencia de vuelo; diseño y materiales aeronáuticos avanzados— la relativa ausencia de pánico a bordo durante el procedimiento de emergencia probablemente fue lo que más ayudó.
“Aunque escuché gritos, la mayoría de las personas estaban calmadas y no se levantaron de sus asientos, sino que siguieron sentadas y esperando”, dijo Aruto Iwama, un pasajero que concedió una entrevista en video al periódico The Guardian. “Por eso creo que pudimos salir sin problemas”.
Anton Deibe, un pasajero de 17 años de Estocolmo, coincidió con esa valoración y dijo: “La tripulación de cabina era muy profesional, pero se podía ver en sus ojos que estaban asustados”. Aún así, añadió: “Nadie corrió para salvarse. Todos esperaron instrucciones”.
A un día del incendio del avión de JAL, provocado por una colisión en la pista con una aeronave de la Guardia Costera de Japón, comenzaron a surgir indicios sobre lo que ocasionó el desastre, en el que perdieron la vida cinco integrantes de la Guardia Costera que iban en camino a ayudar tras el terremoto en el oeste de Japón.
Según una transcripción de las comunicaciones de la torre de control de tráfico aéreo con el avión de JAL y el de la Guardia Costera, al parecer el vuelo comercial había recibido permiso para aterrizar mientras la aeronave de la Guardia Costera tenía orden de “rodar al punto de espera” junto a la pista.
Los funcionarios trataban de averiguar por qué el avión de la Guardia Costera terminó en la pista. Takuya Fujiwara, un investigador de la Junta de Seguridad del Transporte de Japón, dijo a los periodistas que la agencia había recuperado la grabación, la llamada caja negra, de la aeronave de la Guardia Costera, pero aún estaba buscando la caja negra del avión de JAL.
En las imágenes de video del aterrizaje, el avión de JAL parecía estar sumido en llamas al descender por la pista, lo que hacía difícil de creer que alguien pudiera haber salido ileso del vuelo.
Sin embargo, la estructura o fuselaje del avión resistió las llamas que salían de los motores durante los 18 minutos que transcurrieron entre el momento en que la aeronave tocó tierra, a las 5:47 pm, y el momento en que la última persona la abandonó, a las 6:05 pm, dijo Yasuo Numahata, un portavoz de Japan Airlines, en una conferencia de prensa el miércoles. Esos 18 minutos, dijo, incluían un deslizamiento de aproximadamente 1 kilómetro por la pista antes de que el avión se detuviera y se pudieran desplegar los toboganes de evacuación.
Los expertos afirmaron que, si bien los integrantes de la tripulación están entrenados —y los aviones de pasajeros son probados— para realizar evacuaciones de cabina en 90 segundos en un aterrizaje de emergencia, las especificaciones técnicas en el Airbus A350-900 de dos años de antigüedad probablemente les dieron a quienes iban en el vuelo un poco más tiempo para escapar.
Los muros cortafuegos alrededor de los motores, las bombas de nitrógeno en los depósitos de combustible que ayudan a evitar una combustión inmediata y los materiales resistentes al fuego en los asientos y pisos probablemente ayudaron a controlar las llamas que iban en aumento, dijo Sonya Brown, profesora titular de diseño aeroespacial en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney, Australia.
“Contar con un nivel de resistencia al fuego hace que la progresión inicial sea más lenta”, dijo Brown en una entrevista telefónica. “Si tenemos elementos que reducen la propagación, podemos aumentar la posibilidad de que todos salgan ilesos”.
En un correo electrónico, Sean Lee, un portavoz de Airbus, dijo que el A350-900 estaba equipado con cuatro salidas de emergencia y toboganes que se podían usar para salir por ambos lados de la aeronave. Dijo que el avión tenía iluminación en el suelo a ambos lados de los pasillos y que “el fuselaje está compuesto en gran parte de materiales compuestos, que ofrecen el mismo nivel de resistencia al fuego que el aluminio”. Por lo general, se considera que el aluminio ofrece un alto nivel de protección contra incendios.
Tanto la construcción del avión como las instrucciones claras de la tripulación y el cumplimiento de los pasajeros habrían sido fundamentales en la evacuación segura, dijo Brown.
“Realmente, la tripulación de Japan Airlines en este caso se desempeñó extremadamente bien”, dijo Brown. El hecho de que los pasajeros no se detuvieran a recoger el equipaje de mano o hicieran más lenta la salida fue “realmente clave”, agregó.
Yasuhito Imai, de 63 años, un ejecutivo de una empresa de un suburbio de Tokio que volvía desde la prefectura del norte de Hokkaido en el vuelo, dijo a Jiji Press, una agencia de noticias, que lo único que sacó del avión fue su teléfono celular.
“La mayoría de nosotros nos habíamos quitado las chaquetas y estábamos tiritando de frío”, dijo. A pesar del llanto de algunos niños y los gritos de otras personas, dijo, “pudimos evacuar casi sin pánico”.
Tadayuki Tsutsumi, un funcionario de Japan Airlines, dijo que el elemento más importante del desempeño de la tripulación durante una emergencia era el “control del pánico” y determinar qué puertas de salida era seguro usar.
Algunos ex asistentes de vuelo describieron el riguroso entrenamiento y los ejercicios que los miembros de la tripulación realizan para prepararse en caso de emergencias. “Cuando nos capacitamos en procedimientos de evacuación, utilizamos repetidamente simulaciones de humo/fuego para asegurarnos de poder estar mentalmente preparados cuando ocurrieran situaciones como esas en la realidad”, escribió Yoko Chang, ex asistente de cabina e instructora de aspirantes a tripulantes, en un mensaje de Instagram.
Chang, quien no trabajó para JAL, agregó que las aerolíneas requieren que los miembros de la tripulación de cabina aprueben exámenes de evacuación cada seis meses.
Numahata, de Japan Airlines, dijo que 15 personas resultaron heridas en la evacuación, ninguna de gravedad. Kazuki Sugiura, analista de aviación en Tokio, dijo que tales resultados eran notables.
“En una situación de emergencia normal, muchas personas se lesionan”, dijo Sugiura, quien ha estudiado accidentes aéreos durante más de 50 años, en una entrevista. “Los toboganes de evacuación se mueven con el viento, y los pasajeros caen de las salidas uno tras otro, por lo que la gente choca contra el suelo y a menudo se lastima”.
En cuanto a si la falta de comunicación entre la torre de control de tráfico aéreo y uno de los aviones pudo haber causado la colisión, Sugiura dijo que “es difícil especular qué sucedió”. El piloto de la Guardia Costera “podría haber malinterpretado” las instrucciones del control de tráfico aéreo, agregó.
Lo que está claro, dijo Brown, es que “no debió haber un avión preparándose para despegar y otro aterrizando en la misma pista al mismo tiempo”.
Brown afirmó que los miembros de la tripulación en el avión de la Guardia Costera, un Bombardier Canada DHC-8-315, probablemente murieron “en el impacto”, cuando los dos aviones chocaron, dado que el avión de hélice de la Guardia Costera era mucho más pequeño que el avión de pasajeros.
Hiroshi Sugie, un expiloto de Japan Airlines, dijo que las incursiones en la pista, que suceden cuando dos aviones terminan coincidiendo en la misma pista, son demasiado comunes. “En los grandes aeropuertos pueden suceder errores humanos”, dijo.
Desde que un Boeing chocó con una aeronave turbohélice más pequeña en un accidente mortal en 1991 en Los Ángeles, es requisito que los pilotos repitan verbalmente todas las instrucciones de la torre de control de tráfico aéreo, dijo Sugie.
Numahata, el portavoz de Japan Airlines, dijo que el capitán del vuelo 516 había confirmado el permiso para aterrizar verbalmente y que lo repitió a la torre. La tripulación de la Guardia Costera también confirmó las instrucciones para moverse al “punto de espera”.
Con información de The New York Times