El tema de recibir personas expulsadas desde Estados Unidos y recluirlas en una prisión de máxima seguridad en El Salvador, como el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), ha generado controversia y cuestionamientos legales. Según expertos, podrían surgir varias consecuencias legales y diplomáticas para el presidente de El Salvador, Nayib Bukele y funcionarios de su gobierno.
Violaciones al debido proceso
Algunos abogados y organizaciones han señalado que este tipo de acuerdos podría violar el debido proceso tanto a nivel nacional como internacional. Esto incluye la falta de un marco legal claro que regule la detención de personas que no han cometido delitos en El Salvador.
Demandas internacionales
Participar en procesos que involucren posibles violaciones a derechos humanos, como torturas o tratos crueles en las cárceles, podría llevar a demandas en tribunales internacionales. Esto podría incluir casos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Cuestionamientos de soberanía
La aceptación de personas extranjeras en cárceles salvadoreñas podría ser vista como una transgresión a la soberanía del Estado y al respeto de los derechos de los involucrados.

Impacto en relaciones internacionales
Este tipo de acuerdos podría afectar las relaciones diplomáticas con otros países y organismos internacionales, especialmente si se percibe que El Salvador está actuando fuera de los estándares internacionales de derechos humanos.
El recibir personas expulsadas desde Estados Unidos sin haber cometido delito alguno en El Salvador para apresarlos cruelmente, podría formar delitos de lesa humanidad.

Las acciones de Nayib Bukele podrían considerarse un delito de lesa humanidad si se cumplen ciertos criterios establecidos en el derecho internacional.
Según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, los crímenes de lesa humanidad incluyen actos como el encarcelamiento arbitrario, la tortura y el traslado forzoso de población, siempre que formen parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. Esto implica que las acciones deben ser planificadas y ejecutadas de manera organizada, con conocimiento de su impacto.
En este caso, si las detenciones arbitrarias y el trato cruel se realizan de forma sistemática y afectan a un grupo específico de personas, podrían ser investigadas como crímenes de lesa humanidad. Además, el traslado forzoso de personas desde otro país y su encarcelamiento sin un debido proceso podría violar principios fundamentales del derecho internacional.
Los crímenes de lesa humanidad pueden ser juzgados por la Corte Penal Internacional (CPI), una institución con sede en La Haya que se encarga de investigar y procesar delitos graves como genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. El procedimiento es el siguiente:
Investigación inicial: La CPI recibe denuncias de organizaciones internacionales, Estados, o incluso ciudadanos. Si hay pruebas suficientes, inicia una investigación formal.
Identificación de responsables: La Corte no juzga a gobiernos en su totalidad, sino a individuos que tengan responsabilidad directa en los crímenes. Esto podría incluir jefes de Estado, ministros y otros altos funcionarios.
Proceso judicial: Se lleva a cabo un juicio en el que se presentan pruebas y testimonios de víctimas. Si el tribunal determina que los acusados son responsables, pueden recibir condenas de prisión.
Consecuencias internacionales: Un líder acusado de crímenes de lesa humanidad podría enfrentar sanciones, restricciones para viajar, órdenes de captura internacionales y una pérdida de legitimidad política.
Un ejemplo conocido es el caso de líderes políticos que han sido procesados por la CPI, como Omar al-Bashir de Sudán, quien fue acusado de crímenes de lesa humanidad y genocidio.