El virus Mayaro, descubierto en la década de 1950 en la isla caribeña de Trinidad, la mayor de las islas que ocupa la República de Trinidad y Tobago, está llamando la atención de especialistas en medicina tropical debido a la confluencia de factores que pueden dispersarlo por regiones de América Latina a las que todavía no ha llegado.
Hasta años recientes se creía que el virus, relacionado con el que causa la fiebre chikungunya, solo era transmitido por mosquitos del género Haemagogus, que tiene su hábitat sobre todo en regiones selváticas de América Central y Sudamérica.
«Pero ahora se sabe que también lo transmite Aedes aegypti, un insecto de amplia distribución en Argentina y otros países, lo que plantea el riesgo cierto de que este patógeno siga expandiendo su zona de endemicidad y llegue incluso a afectar regiones en las que aún no ha circulado», advirtió el doctor Antonio Montero, director científico del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Montero describió esta problemática en un artículo publicado en abril en la revista Austin Journal of Tropical Medicine & Hygiene. Desde su primera descripción en Trinidad y el norte brasileño, el virus Mayaro se ha extendido por la mayor parte del Brasil amazónico, causando también casos esporádicos o pequeñas epidemias en Bolivia, Colombia, Guyana Francesa, Perú, Venezuela, Haití y Surinam. Por otra parte, análisis de sangre de pacientes revelan la exposición a ese patógeno en habitantes de Costa Rica, Guatemala y Panamá, México y el norte de Argentina.
Mayaro produce un cuadro muy similar a la fiebre chikungunya, cuyos síntomas también suelen confundirse con los del dengue. «Además de la fiebre y el exantema (erupción cutánea), este virus provoca síntomas articulares», puntualizó Montero.
El virus Mayaro es relativamente inofensivo por su baja mortalidad. Pero Montero no quiere bajar la guardia. «Todavía se desconoce si este patógeno es capaz, como en el caso del virus zika, de causar malformaciones fetales o incrementar la mortalidad fetal. Tampoco se sabe si afecta el sistema nervioso central y si en este caso puede dejar secuelas. Es preciso realizar estudios para determinarlo», señaló.
Hay dos condiciones que limitan la dispersión de virus: sobrevive poco tiempo en la sangre de los pacientes, y la viremia (concentración sanguínea) es de baja intensidad. «Sin embargo, cualquier factor que altere estas condiciones, como una mutación viral o un mayor período de interacción entre hospedadores (personas o animales) susceptibles y mosquitos puede iniciar una epidemia de proporciones, como ya ha ocurrido en algunas urbes», indicó el experto.
Otro inconveniente es que el virus Mayaro también es capaz de infectar pájaros, al punto que se llegó a identificar en aves migratorias capturadas tan lejos como Salt Lake City, en Estados Unidos. «Este hecho da lugar a la inquietante posibilidad de que las aves puedan introducir el virus en regiones alejadas a través de la picadura de mosquitos de género Aedes», resaltó el científico de la UNR.
El turismo de masas es otro factor de «transporte» del virus. Viajeros que regresaron de zonas endémicas a Francia y a los Países Bajos han contraído el virus, según revelan sus análisis de sangre.
«Puesto que este agente viral encierra el potencial para causar grandes epidemias o incluso una pandemia, y estamos convencidos que eso ocurrirá tarde o temprano, consideramos que es de particular relevancia que las autoridades sanitarias de la región y de nuestro país activen los sistemas de monitoreo para tomar las adecuadas medidas de prevención y control», alertó Montero.
Por su parte, el doctor Tomás Orduna, médico infectólogo tropicalista y jefe del Servicio de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital de Infecciosas Francisco J. Muñiz, de Buenos Aires, afirmó que este virus está bajo vigilancia en Argentina. «Es un patógeno que tenemos en cuenta y que está incluido dentro del diagnóstico diferencial del síndrome febril indiferenciado o inespecífico», afirmó.
Asimismo, afirmó la necesidad de aumentar en la región las medidas de vigilancia tanto de virus Mayaro como de otros arbovirus (patógenos transmitidos por artrópodos, en su mayoría insectos).»Hace 5 años no teníamos en nuestro continente zika y chikungunya, que son patógenos que vinieron de África. Con más razón tenemos que vigilar los arbovirus que tenemos dentro de nuestra región», subrayó.
En esa línea, el especialista del Muñiz afirmó que en la zona del Amazonas y en otras regiones tropicales y subtropicales, hay decenas de arbovirus poco conocidos que habitualmente circulan entre mosquitos, monos y otros animales y que deben ser controlados, como el virus Oropouche.
De acuerdo a Orduna, quien también integra la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero (SLAMVI), se deben controlar los vectores urbanos, reducir su contacto con las personas, capacitar mejor al personal médico, contar con laboratorios en la región con afinadas técnicas de biología molecular para identificar a los virus en muestras de sangre, y, sobre todo, «realizar una consulta precoz cuando se tiene fiebre, en especial cuando se ha estado en áreas endémicas».
Con información de Agencia CyTA – Instituto Leloir