El líder de una célula de la pandilla MS-13 en los suburbios de la ciudad de Nueva York fue sentenciado el miércoles a 68 años en prisión en un caso federal de crimen organizado que involucra ocho asesinatos en Long Island, incluidos los homicidios de 2016 de dos estudiantes de secundaria que centraron la atención de la nación en la violenta pandilla centroamericana.
Alexi Saenz se declaró culpable el año pasado por su papel en ordenar y aprobar los asesinatos, así como otros crímenes durante una ola de violencia sangrienta que llevó al presidente Donald Trump a realizar varias visitas a Long Island y pedir la pena de muerte para Saenz y otros miembros de la pandilla durante su primer mandato en la Casa Blanca.
Los abogados de Saenz buscaron una sentencia de 45 años tras las rejas, pero los fiscales querían que el juez impusiera la sentencia máxima de 70 años. Los fiscales, que previamente retiraron su intención de buscar la pena de muerte, dijeron que Saenz merece pasar el resto de sus días en prisión por sus crímenes «sin sentido» y «sádicos».
Al dictar la sentencia, el juez Gary Brown dijo que la reducción de dos años del máximo reconocía el papel de Saenz al declararse culpable y evitar un juicio doloroso y costoso, así como sus esfuerzos para convencer a su hermano menor, el segundo al mando de la pandilla, de hacer lo mismo.
«Este pequeño ajuste es más de lo que se les concedió a sus víctimas», dijo el juez, «ninguna de las cuales disfrutará nunca de otro día en este planeta».
Saenz, dirigiéndose al tribunal, pidió perdón a Dios, a su familia y a los familiares de las víctimas.
Con ayuda de un intérprete, Saenz señaló que sabía que una disculpa suya no reparará el daño y el dolor que causó, y que sabe que muchos no aceptarán su disculpa, pero el ahora treintañero dijo que sus palabras eran sinceras.
Los abogados de Saenz comentaron que sufre de discapacidad intelectual y trauma duradero derivado de una infancia difícil en su natal El Salvador que permitió que fuera reclutado e inconscientemente «preparado» para ser miembro de la MS-13.
Pero Saenz señaló que no quería usar su difícil vida como una excusa. Comentó que no reconocía a la persona que cometió esos crímenes.
El fiscal Paul Scotti rechazó los comentarios de Saenz como «interesados» y «no sinceros».
Argumentó que Saenz sigue comprometido con la MS-13 y mencionó su «extenso historial disciplinario» mientras estaba bajo custodia en una prisión federal en la ciudad de Nueva York.
Los fiscales han mostrado fotografías en las que aparece posando con otros miembros de la pandilla tras las rejas y mostrando signos y parafernalia de la pandilla. También dijeron que Saenz fue disciplinado por agredir a otros reclusos, desobedecer órdenes del personal y poseer objetos punzantes de metal, teléfonos celulares y otros contrabandos.
«Las acciones hablan más fuerte que las palabras», afirmó Scotti en el tribunal.
Saenz, también conocido como «Blasty» y «Big Homie», era el líder de una célula de la MS-13 que operaba en Brentwood y Central Islip conocida como Sailors Locos Salvatruchas Westside.
En julio del año pasado, admitió que había autorizado los ocho asesinatos y otros tres intentos de asesinato de presuntos rivales y otros que habían faltado al respeto o se habían enfrentado con la célula.
Entre los asesinatos estaban los de Kayla Cuevas, de 16 años, y Nisa Mickens, de 15, amigas de toda la vida y compañeras de clase en la escuela secundaria de Brentwood, quienes fueron asesinadas con un machete y un bate de béisbol. Las autoridades dijeron que había habido una disputa semanas antes entre una de las chicas y miembros de la pandilla.
Otras víctimas incluyeron a Javier Castillo, de 15 años, de Central Islip, quien fue engañado por miembros de la pandilla solo para ser asesinado con un machete en un pantano aislado.
Otra víctima, Oscar Acosta, de 19 años, fue encontrado muerto en un área boscosa cerca de las vías del tren casi cinco meses después de que salió de su casa en Brentwood para jugar fútbol.
Saenz también admitió haber cometido incendios, delitos con armas de fuego y tráfico de drogas, cuyos ingresos se destinaron a la compra de armas de fuego, más drogas y contribuciones a la pandilla MS-13 en general.
La MS-13, también conocida como Mara Salvatrucha, es una organización criminal transnacional que se cree fue fundada como una pandilla callejera en Los Ángeles a mediados de la década de 1980 por personas que huían de la guerra civil en El Salvador.
Con informes de ap