Reino Unido busca aplicar pruebas rápidas y masivas de coronavirus para reducir los contagios y aliviar los controles

by Redacción

Reino Unido planea realizar pruebas de coronavirus de forma regular y en amplios espectros de la población para aminorar la propagación de COVID-19 y aligerar las restricciones que han paralizado a la economía, sin desatar una segunda ola epidémica en una de las naciones más afectadas por la pandemia.

El secretario de Salud, Matt Hancock, dijo que el gobierno estaba evaluando una serie de pruebas novedosas y más rápidas que pueden arrojar resultados al instante y que esperaba ponerlas en práctica hacia fines de este año.

El gobierno del primer ministro Boris Johnson ha sido duramente criticado por sus rivales políticos y expertos en salud por su lenta respuesta en ordenar confinamientos y pruebas masivas de coronavirus para determinar el alcance de propagación de la enfermedad. Reino Unido tiene la cifra más alta de muertes en Europa, de más de 50.000, y está sufriendo la contracción económica más severa entre las economías avanzadas.

Las pruebas masivas, los exámenes extendidos a amplias partes de la población, se convertirán en la norma regular, lo que nos permitirá recuperar cierto nivel de libertad. Este es un enorme proyecto de nuestro gobierno en este momento”, dijo Hancock a la radio de la BBC.

Campañas para aumentar los testeos (Reuters)Campañas para aumentar los testeos (Reuters)

El funcionario añadió que los centros de investigación de Porton Down estaban estudiando nuevas pruebas con muestras de saliva que no requieren pasar por laboratorio, de modo que pueden entregar resultados más rápido.

Hay nuevas tecnologías en desarrollo que estamos adquiriendo y poniendo a prueba”, declaró. “Vamos a acelerar esta iniciativa durante el resto del año”.

También señaló que los datos procedentes del equipo de rastreadores para detectar contagios de coronavirus indican que la mayoría de las infecciones se producen en reuniones sociales entre personas de varios domicilios, “normalmente en una de sus viviendas”.

Además, afirmó que el Gobierno no contempla hacer obligatorio el uso de la mascarilla en los lugares de trabajo. Preguntado por esa medida, que se ha adoptado en Francia, Hancock contestó en la cadena pública BBC: “Estamos constantemente revisando las recomendaciones científicas y la respuesta es que en estos momentos no estamos considerando hacerlo”.

Centro de testeo en Hyde Park, Londres (Reuters)Centro de testeo en Hyde Park, Londres (Reuters)

Las pruebas masivas son vistas como una forma de reabrir la economía, que ha sufrido una caída récord de 20% en el segundo trimestre, mientras que se estima que la tasa de desempleo se disparará cuando el gobierno agote su programa de subsidios en octubre.

“Han llegado tiempos difíciles”, dijo la semana pasada el ministro de Finanzas, Rishi Sunak.

El aeropuerto de Heathrow en Londres dijo el miércoles que estaba dispuesto a abrir un área de exámenes de coronavirus si el gobierno aprueba un cambio en la normativa para permitir el uso de dos nuevas pruebas -que aún no llegan al país- a fin de reducir los tiempos de cuarentena actuales de dos semanas para todos los viajeros.

El Gobierno de Boris Johnson afronta este miércoles duras críticas por el nombramiento de la baronesa Dido Harding como directora de la nueva agencia sanitaria del Reino Unidodebido, según sus detractores, a su nefasta gestión del sistema de rastreo de contagios por COVID-19 y su nula experiencia en el ámbito de la salud pública.

Fuertes cuestionamientos

Harding será la encargada de dirigir, de forma temporal, la nueva entidad bautizada como Instituto Nacional para la Protección de la Salud (NIHP), que reemplazará a la actual Agencia de Salud Pública de Inglaterra, según anunció Hancock, quien defendió el nombramiento aludiendo a la “excelente experiencia” de Harding dirigiendo “organizaciones muy grandes”.

La oposición, sin embargo, ha criticado el nombramiento en base a la reciente trayectoria de Harding, quien estuvo al frente del programa de rastreo de contagios que el Ejecutivo conservador implementó para tratar de frenar la expansión del virus.

El programa, que costó 10.000 millones de libras (11.000 millones de euros), fue presentado como un sistema “innovador a nivel mundial”, pero, en sus inicios fue un fiasco, ya que los rastreadores, muchos de ellos sin formación ni experiencia previa, llegaban a contactar solo a aproximadamente la mitad de las personas que daban positivo por COVID-19.

Con información de Reuters y EFE

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