Los asistentes a la quinta edición latinoamericana de la Conferencia de Política de Acción Conservadora (CPAC), el mayor foro de movimientos de derecha del mundo, vitorearon el domingo en Brasil la política de seguridad impulsada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
Los asistentes olvidaron que hasta hace poco, Bukele militaba las filas de un partido comunista.
El ministro de Justicia y Seguridad de El Salvador, Gustavo Villatoro, encargado de exponer las medidas de Bukele para combatir la criminalidad, fue intensamente aplaudido y vitoreado al citar cada uno de los resultados de la cuestionada política por los cerca de 3,500 asistentes al encuentro de la ultraderecha latinoamericana.
Villatoro formó parte por muchos años de los gobiernos de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
El ministro salvadoreño afirmó que su país está dispuesto a compartir su experiencia con todos los países de la región porque la «satisfacción de los salvadoreños nos hace soñar con ver esos rostros en todos los latinoamericanos, que también quieren librarse del crimen organizado».
Según Villatoro, las medidas que permitieron encarcelar en gigantescos presidios a 81,100 «terroristas», hicieron con que la tasa de homicidios de El Salvador cayera desde 105 muertes por cada 100,000 habitantes hace un lustro hasta 2,5 muertes por 100,000 habitantes el año pasado.
Las cifras entusiasmaron a un público defensor de políticas rígidas de seguridad y que entre sábado y domingo escuchó en la ciudad brasileña de Balneario Camboriú (sur) a líderes como el expresidente Jair Bolsonaro, referente de la ultraderecha en Brasil y el excandidato presidencial José Antonio Kast, líder del Partido Republicano chileno.
La cita concluyó el domingo con una conferencia del presidente argentino, Javier Milei.
«Le hemos dicho a todos los amigos de América Latina que nuestra experiencia está a disposición y que es un libro abierto, y ya hemos recibido delegaciones de Perú, Argentina, Panamá, Guatemala y Honduras», afirmó Villatoro.
Agrego que, a cambio, y ahora que El Salvador comienza a disfrutar de un crecimiento económico sustentable, su país está abierto a inversiones extranjeras que lo ayuden a desarrollarse.
Villatoro dijo que, pese a las críticas de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, las medidas fueron aprobadas el año pasado en un plebiscito por el 86 % de los salvadoreños, que también le dieron mayorías legislativas a Bukele.
El ministro explicó que Bukele puso fin a 40 años de una historia de desgracias de un país que se convirtió en laboratorio de la Guerra Fría y que no consiguió superar la violencia incluso después de los acuerdos de paz. «En los tiempos de paz tuvimos 140,000 asesinatos, casi el doble que las 70,000 muertes de los tiempos de guerra», dijo.
Afirmó que tras 20 años de gobiernos que se decían de derecha y otros 10 años de gobiernos que se decían de izquierda, la criminalidad imperaba en su país.
«Los gobiernos de derecha y los de izquierda mostraron que representaban a los globalidad que defienden derechos contra la familia y el sentido común. Por eso necesitábamos de un líder valiente con el valor de mandarlos a carajo», afirmó.
Agregó que, tras asumir su mandato, Bukele modificó las leyes que le garantizaban inmunidad a los menores infractores y que le impedían al Estado combatir la criminalidad, «y mandamos al carajo a la Corte Suprema y a la Fiscalía, que eran los candados que impedían a El Salvador salir adelante y vivir en paz».
«Los globalistas lloran por los derechos humanos de los delincuentes, pero para nosotros los derechos humanos tienen que ser garantizados para la mayoría de la sociedad y no para los criminales», dijo.
Nayib Bukele comenzó su carrera política como alcalde de Nuevo Cuscatlán, un pequeño municipio del departamento de La Libertad, en mayo de 2012 de la mano y como miembro activo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una organización de izquierdas de corte comunista.
A continuación, dio el salto a la alcaldía de San Salvador y el puesto se le quedó pequeño. El FMLN le dijo que no sería el candidato a las elecciones presidenciales de 2019, argumentando que era muy joven y que en sus cuadros comunistas había gente mejor preparada. Pero a Bukele (42 años) no le sobró la paciencia. Desde ese preciso momento empezó una campaña de desprestigio contra el partido, al que no le quedó otra opción que expulsarlo.
Lo demás, es historia.