Triste empate del Barça con el Rayo Vallecano

Los aficionados que aseguran que la pretemporada es la mejor época para los equipos porque todo es ilusión tienen un argumento más a su favor. El Rayo se plantó en el Camp Nou como víctima propiciatoria del Barça de las estrellas y las palancas y se fue con un empate a cero que supone un jarro de agua fría para los de Xavi, incapaces de marcar un gol a los madrileños (por tercer partido consecutivo), que además pudieron perfectamente llevarse los tres puntos.

A pesar de que el escenario estaba preparado en el Camp Nou para que el Barcelona culminara sobre el terreno de juego la sensación de euforia que dejó el mercado con el acelerón final facilitado por Jaume Roures sobre la campana, la realidad que se encontró el equipo blaugrana fue muy diferente a la imaginada.

El Rayo no es el Pumas mexicano y LaLiga no es el Gamper. Esta obviedad se reflejó en una puesta en escena en la que el equipo de Iraola, un habitual en complicarle la vida a los blaugrana, salió al Camp Nou muy valiente. Al Barça le pudo la prisa y le faltó pausa. La urgencia por construir desde atrás acababa demasiadas veces en los pies de Araújo, lateral derecho.

Xavi utilizó a tres de sus nuevos jugadores: Christensen, al que se le vio más tenso que en la pretemporada; Raphina, que sorprendentemente empezó en la derecha después de jugar toda la pretemporada en la izquierda y Lewandowski, más centrado en descargar que en rematar y perfectamente vigilado por Lejeune y Catena en el juego dinámico y por Isi en las jugadas a balón parado, que no se metió dentro de la camiseta del polaco de milagro.

Lewandowski remató a gol a los 12 minutos tras una pérdida de balón del Rayo, pero estaba claramente en fuera de juego. El resto de ocasiones del Barça llegaron mediante los extremos, pero sin veneno alguno.

Tras la pausa de hidratación de la primera parte, Xavi recolocó los extremos, pero el Barça seguía queriendo jugar demasiado rápido y siendo víctima de sus urgencias ante un Rayo que esperó su oportunidad… y que fue la más clara del primer acto.

En el tiempo añadido de la primera parte, Álvaro García desmontó a Araújo y tuvo que aparecer Ter Stegen para evitar el 0-1. La primera mitad acabó con un Barça frustrado. La cuestión estaba en lo que pudieran cambiar los entrenadores de cara a la segunda parte. Y en eso, el arsenal del Barça era descomunalmente superior al de Iraola. Xavi tenía dinamita en el banquillo. No le sirvió de nada.

Dos cosas distintas

Pero una cosa es lo que esperaba en el banquillo y otra lo que estaba en el campo y, ahí sobre la pradera, el Rayo dejó claro que tenía muy claro lo que tenía que hacer. Camello tuvo una doble ocasión clarísima: la primera se la quitó Christensen y en la prolongación, Ter Stegen le cerró los espacios. Pasaban los minutos y el Barça seguía sin carburar.

A la hora de partido, Xavi tiró de despensa y sacó de tacada a Frenkie, Sergi Roberto y Ansu retirando a Gavi, Christensen y Raphinha.

Por la inercia del partido o por los cambios, el Barça empezó a agobiar al Rayo, pero ahí apareció un Dimitrievski fabuloso (otro clásico ante el Barça) con paradas ante Ansu, el mejor delantero de la noche, y Busquets.

La penúltima bala de Xavi fue dar entrada a Kessié por Pedri y ya a la desesperada Aubameyang para tratar de ganar por acumulación. En el primer balón que tocó, Catena evitó el gol. Por aquel entonces, el Rayo ya resistía heroicamente. El alargue de 8 minutos parecía castigar al Rayo, pero en el añadido, Busquets vio la segunda amarilla y el Barça se quedó con uno menos y con el susto de un gol del Rayo en el 95 anulado a Falcao por fuera de juego y posterior lesión de Kessié, que dejó a su equipo con 9.

La impotencia de Barça culminó en un empate que rebaja en mucho la euforia culé.

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