Contra el reloj y el cansancio, las tareas de rescate y ayuda continúan este jueves en Ciudad de México tras el poderoso sismo de magnitud 7,1 del martes, cuando suman al menos 273 muertos y la esperanza de encontrar sobrevivientes empieza a mermar.
A la incertidumbre por los eventuales sobrevivientes, se suma ahora el agotamiento de muchos de los miles de voluntarios que saltaron a las calles desde que estalló la emergencia, hace 48 horas.
Un foco de atención es el colegio privado Enrique Rebsamen, en el sur de la ciudad, donde fallecieron 21 niños, pero el deterioro del edificio siniestrado, que muestra un notorio hundimiento, hace que el rescate se realice con mayor cautela y menos personal.
Marisol Alexander, quien vive en la misma cuadra de la derruida escuela, de la cual sus dos hijos fueron alumnos hasta el año pasado, confiesa que «todavía no lo asimila».
«Ellos están tomándolo a veces a la ligera y de repente lloran por sus maestros, por sus amigos», dice Alexander, señalando a sus pequeños.
En la escuela, se logró extraer el jueves el cadáver de una mujer de 58 años que laboraba en el plantel, mientras las autoridades dicen que ningún padre de familia se había acercado en «aproximadamente 12 horas» para cooperar con la identificación de sus hijos.
«Esperemos sea una búsqueda con éxito y esto a pesar de no poder encontrar a algún familiar», dijo el ministro de Educación, Aurelio Nuño, a la cadena local Televisa.
Hasta ahora, 11 niños y al menos una maestra han sido sacados con vida de la escuela colapsada.
– «Seguimos en pie» –
En tanto, en la céntrica colonia Roma, los rescatistas batallan en su intento de hallar a por lo menos 23 desaparecidos en lo que fue un edificio de siete pisos y ahora es una montaña de ruinas.
De los escombros de esa edificación los equipos de socorro han sacado a 28 personas hasta ahora, según las listas que ellos mismos publican.
Armando Albarrán, de 49 años, confía en que su sobrina Karina, de 30, está viva pero atrapada en lo que era el cuarto piso del inmueble y que, según rescatistas, podría albergar a más sobrevivientes.
«Hay indicios de que todavía hay gente allí. Al parecer ella está con vida por lo que nos informan. Y pues la verdad seguimos aquí en pie», dijo.
Pola Díaz, una de los célebres topos de México, grupo de rescatistas voluntarios surgido tras el devastador sismo del 19 de septiembre de 1985 que dejó más de 10.000 personas muertas, ruega que las autoridades no detengan el trabajo de rescate.
«Después de 72 horas se suspenden las labores de rescate y se empieza la demolición (…) yo pediría que no se fuera tan estricto con este protocolo, que hubiera un poco más de flexibilidad», dijo Díaz, de 53 años.
– Batalla contra el cansancio –
La otra batalla es contra el cansancio. En el Parque México de la colonia Condesa, la bella arquitectura de inicios del siglo XX contrasta con el ajetreo y las pilas de alimentos acumuladas en un improvisado centro de acopio.
«Estamos coordinando grupos aunque hay gente que se está desesperando, los tenemos esperando», dice Fernando Olea, a cargo de un grupo de ayuda civil.
La fuerza física se agota y el trabajo se hace más lento. «Traigan gente, estamos cansados», se escucha decir a una brigadista.
Numerosos países han dado muestras de solidaridad, con equipos de rescatistas de El Salvador, Panamá e Israel que ya están en México.
Un funcionario estadounidense dijo a periodistas que un equipo de rescate y maquinaria pesada partió la noche del miércoles desde el sur de California, tras la llamada de condolencias que Donald Trump hizo al presidente Peña Nieto.
México se ubica entre cinco placas tectónicas cuyos movimientos lo convierten entre los países con mayor actividad sísmica en el mundo. El pasado 7 de septiembre, un terremoto de 8,1, el más fuerte en un siglo en México, causó 96 muertos y más de 200 heridos en el sur del país, especialmente en los estados de Oaxaca y de Chiapas.
Con información de AFP