En el tablero geopolítico del Medio Oriente, la propuesta de reconocer un estado palestino ha ganado tracción, especialmente en naciones europeas y latinoamericanas. Sin embargo, un número creciente de analistas, expertos en seguridad y diplomáticos sostienen que esta medida, si no va precedida por el desarme de grupos terroristas como Hamás y Hezbolá, podría ser no solo ineficaz, sino también profundamente contraproducente para la paz regional. La postura se basa en el argumento de que el reconocimiento prematuro no fomenta la coexistencia, sino que envalentona a las facciones que se oponen a ella.
1. Legitimación sin Control Territorial
Uno de los principales argumentos en contra del reconocimiento unilateral es que otorgaría legitimidad internacional a una entidad que carece de control territorial unificado y efectivo. Actualmente, la Franja de Gaza está gobernada por Hamás, una organización designada como terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países. Por su parte, la Autoridad Palestina (AP) tiene un control limitado sobre Cisjordania y carece de autoridad alguna en Gaza.
Reconocer un «Estado» en estas condiciones implica, en la práctica, dar una victoria diplomática a Hamás. El grupo terrorista podría interpretar esta decisión como una justificación de su método violento para alcanzar sus objetivos políticos, sin la necesidad de negociar ni de desmilitarizarse. Esto socavaría la posición de la Autoridad Palestina, la cual, a pesar de sus imperfecciones, es el actor que ha aceptado la vía de la negociación pacífica.
2. El Riesgo de Consolidar a las Milicias
Reconocer a Palestina como un Estado mientras milicias como Hamás y Hezbolá siguen armadas y activas representa un grave riesgo de seguridad. Estos grupos no solo tienen agendas violentas contra Israel, sino que también representan una amenaza para la estabilidad interna de un futuro Estado palestino. El historial de Hamás, que tomó el control de Gaza en un violento golpe de Estado en 2007, demuestra su disposición a usar la fuerza contra cualquier rival político.
Si se reconoce un Estado palestino con milicias armadas en su territorio, este podría convertirse rápidamente en un «Estado fallido» o en una base de operaciones terroristas, lo que haría imposible una convivencia pacífica con Israel. El desarme de estas milicias no es solo una exigencia de seguridad para Israel, sino un requisito fundamental para la gobernabilidad y la soberanía de cualquier Estado palestino.
3. La Paz se Construye con Negociación, No con Imposición
Los defensores de esta postura argumentan que la solución de dos Estados debe ser el resultado de un proceso de negociación serio y directo entre israelíes y palestinos, no de una imposición externa. El reconocimiento unilateral, sin un acuerdo que defina fronteras, garantice la seguridad y aborde el estatus de Jerusalén y otros temas clave, es visto como un intento de saltarse el arduo trabajo diplomático.
Para Israel, el reconocimiento de un Estado palestino con organizaciones terroristas a su lado no solo es inaceptable, sino que lo perciben como una amenaza existencial. La experiencia de los ataques del 7 de octubre, orquestados desde Gaza, refuerza este temor. Un reconocimiento prematuro podría endurecer la posición israelí y hacer aún más difícil cualquier negociación futura.
En resumen, si bien el objetivo de un Estado palestino puede ser noble y necesario, la forma en que se busca alcanzarlo es crucial. Reconocer a Palestina mientras el terrorismo de Hamás y Hezbolá sigue activo podría ser un error estratégico que lejos de construir la paz, la sabotearía al legitimar la violencia y socavar las bases necesarias para una coexistencia pacífica y segura en la región.