Los piratas vuelven a acechar las aguas del Caribe. La grave crisis que atraviesa Venezuela ha disparado los ataques frente en sus costas, según un informe sobre la piratería en el mundo elaborado por la fundación estadounidense One Earth Future (Futuro de una Tierra). El pasado año se registraron 71 incidentes de este tipo en América Latina, la mayoría en el litoral venezolano. Esto supone un aumento del 163% con respecto a los 27 de 2016, siguiendo patrones similares a los que vivió Somalia hace años.
La mayoría de los incidentes piratas en la región tuvieron lugar en aguas territoriales, siendo los yates amarrados los primeros objetivos de los piratas, indica el informe «Ocean Beyond Piracy» (Océanos más allá de la piratería), de la citada fundación. Por ello se advierte a los propietarios de embarcaciones de lujo que tomen precauciones.
«Los turistas ya no van solos a la playa, sino en grupos de amigos y regresan a casa temprano», asegura Marisol Padilla, de 19 años, una amante del sol, la arena y el mar que sufrió un atraco colectivo en una playa de Higuerote en enero pasado. Quienes navegan, lo hacen en flotillas de varias lanchas y yates para afrontar el peligro de los piratas, sin aventurarse solos en estas aguas inseguras, explica.
«Hay un nivel continuo de criminalidad en parte alimentado con drogas, pero en el Caribe se reduce principalmente a tener precauciones sensatas y ser cuidadoso si la persona se aleja de los caminos trillados», señaló recientemente a «The Telegraph» Gerry Northwood, un excapitán de la Marina Real que comandaba la fuerza antipiratería del Reino Unido frente a Somalia.
Filibusteros del siglo XXI
Los 2.718 kilómetros de la costa venezolana se han convertido en zona roja por el acoso de bandas de estos filibusteros del siglo XXI, tanto en alta mar como en las mismas playas, ante la vista gorda de las autoridades. Para moverse, utilizan motos, camionetas de último modelo y lanchas rápidas. Su criminalidad ha ido en aumento a medida que se agravaba la crisis y el hambre en el país.
El perfil de estos nuevos piratas del Caribe difiere bastante del de aquellos que merodeaban estos mares hacia el siglo XVII. Roban desde comida a dinero y objetos de valor como teléfonos móviles, cámaras, ropa y motores fueraborda. También secuestran a propietarios de embarcaciones y se enfrentan armados a los guardacostas. La escasez de productos en el país es tal que muchos de los que operan en el estado Sucre se ganan la vida a través del contrabando de pañales y productos básicos desde la isla de Trinidad, dice el informe «Ocean Beyond Piracy».
Se distinguen dos categorías: los rateros que asaltan a turistas en las playas, yates y buques de carga fondeados frente a los puertos para robar comida por el hambre, y los «profesionales, tipo comando, muy bien entrenados», asegura el capitán de la marina mercante José Bellaben, presidente de la ONG, Asociación Civil de Gente de Mar. En todo caso, la crisis económica, la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas no justifica el crecimiento delictivo. Según el capitán Bellaben, «también tenemos una crisis moral y ética».
«Tiene que haber complicidad con las autoridades policiales, porque de otra forma no se explica el aumento de la piratería y la impunidad de los criminales», afirma Bellaben al criticar al Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (Inea) y a los Guardacostas de la Guardia Nacional Bolivariana. «Los actos de piratería son difíciles de comprobar, porque las autoridades ocultan la información a la prensa», añade.
Asaltos masivos
Los asaltos comenzaron hace cinco años en el oriente del país, en las paradisíacas playas e islas de los estados Sucre y Anzoátegui. Y ahora se ha extendido al oeste del país. Es decir, toda la costa venezolana está infestada de piratas.
El primer asalto masivo ocurrió en la playa Arapito, estado Sucre, en diciembre de 2014, cuando atracaron a 300 turistas en plena celebración navideña. Los delincuentes, unos ocho individuos con pasamontañas, portaban armas largas, cortas y fusiles R-15 con los que sometieron a los temporadistas. Los dejaron practicamente desnudos. El segundo tuvo lugar meses después en las islas de Mochima. Los piratas llegaron en un bote y huyeron en un peñero (bote pesquero) que le quitaron a un pescador del lugar. Luego se extendieron a las costas de Zulia, Falcón, Carabobo y Caracas.
El diputado Omar González, del partido Vente Venezuela, asegura que «el Estado venezolano ha perdido el control y no hace nada para enfrentar a las mafias». González señala que el país ha vuelto a la piratería de los siglos XVI y XVII, de mar y tierra firme. «Hay una relación estrecha entre los militares, las bandas de narcotraficantes y de piratas que actúan como mulas. La península de Paria en Sucre está en poder de los narcotraficantes por su cercanía a Trinidad».