Los «Manuscritos de Carvajal» entrelazan a un ex gobernador quemado en México durante la Inquisición, un muerto en los campos de concentración nazi y una casa de subastas en Nueva York.
Contar la historia de los llamados «Manuscritos de Carvajal», el primer documento judío escrito en América, es remitirse a lo que bien podría considerarse una novela de misterio que no sólo es muestra de la intolerancia religiosa que prevalece en nuestros días sino también del rechazo hacia quienes piensan distinto o tienen costumbres diferentes.
La primera parte de la historia obliga a explicar quién era Luis de Carvajal, el autor de tres pequeños cuadernillos de no más de 10 centímetros de largo y que a más de 450 años de distancia seguirían causando polémica.
Luis de Carvajal es considerado un personaje importante en la historia de México y en general del continente, explica a Infobae Baltazar Brito Guadarrama, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH.
Su familia fue una de las grandes conquistadoras de la Nueva España. En 1579, uno de sus integrantes fue nombrado Gobernador del Nuevo Reino de León, lo que ahora se le conoce como el estado de Nuevo León, en el Noroeste de México. Su poder llegó a ser tal, narra Brito, que empezaron a acumular una serie de envidias entre la cúpula que gobernaba los territorios conquistados por los españoles, «trataron de perjudicarlos de muchas maneras».
Pero lo único que pudieron usar en su contra fue la religión: practicaban el judaísmo, lo que en tiempos de la Inquisición Mexicana (una extensión de la española), que castigaba, procesaba o quemaba a quienes no practicaran la religión católica, era penado.
En 1589, la Inquisición procesó a Luis por hereje judaizante, pero fue perdonado en el año 1590, gracias a la influencia que conservaba su familia. Fue despojado de todos sus privilegios para ser enviado a servir en un hospital y posteriormente en el llamada Colegio de la Santa Cruz, en la ahora capital mexicana, a enseñar latín.
Durante el tiempo que permanece en el colegio tiene a su disposición una biblioteca en la que se cree que pudo haber escrito sus memorias, que acostumbraba llevar escondidas para no ser descubierto por los inquisidores.
«Es un proceso muy crudo. Él tiene mucho miedo. Narra como cuando lo detienen le dan una vuelta en el potro (un instrumento de tortura en el que estiraban las extremidades) y por el dolor empieza a acusar a mucha gente, describe cómo desde donde lo tenían preso escuchaba los gritos de su mamá que también fue torturada», explica el director de la biblioteca del INAH.
El papá es quemado por la Inquisición, la mamá y cinco hermanos son quemados en la Inquisición. Una de sus hermanas perdió la razón después de haber sido sometida a múltiples torturas, una vez que logró cierta mejoría volvió a ser sometida a castigos físicos. Una de sus sobrinas, que entonces tenía 14 años, también fue quemada décadas después, en 1642.
Siglos después, los escritos de Carvajal fueron archivados juntos con otros documentos de la época virreinal. Para 1932 ya se encontraban en el Archivo General de la Nación.
Los escritos se integran por sus memorias, en el que narran cuando fue juzgado por la Inquisición. El segundo es un documento en latín y hebreo de salmos, mandamientos y el tercero un manual de rezos.
Ése año, un judío de origen polaco llamado Jacob Nachbin los pidió para su consulta junto con otros documentos y entonces desaparecieron del archivo.
Baltazar Brito, describe que Nachbin es un personaje que merece una mención aparte en la historia. Se presume que conoció de los escritos de Carvajal gracias a novelas antiguas en las que se narraba la desgracia de la familia y cómo todo había quedado anotado en unos misteriosos cuadernillos.
Además de su riqueza histórica, en algunas partes los cuadernillos están adornados con hojas de oro.
Durante muchos años vivió en Brasil, donde se casó y tuvo un hijo de nombre Leopoldo Nachbin, un brillante matemático.
Se sospecha que después de extraer los documentos huyó a Estados Unidos, donde los envío por correo a Nueva York a una persona de apellido Lang, pero es retenido por el correo de EEUU, que lo reporta a México, donde ya se sabía de la desaparición de los documentos.
Jacob es detenido y el caso llegó hasta los periódicos de la época, pero fue liberado por falta de pruebas. Entonces intentó regresar a Brasil con su familia, pero por los diarios, su esposa se había enterado que se había casado con otra mujer en EEUU sin haberse divorciado. Acusado de bigamia huyó a España y posteriormente a Francia. El último rastro que se tiene de él es que presuntamente fue detenido durante la ocupación nazi y enviado a un campo de concentración, donde murió.
Después del caso Nachbin los documentos duraron perdidos 84 años y es hasta junio de 2016 cuando la casa de subastas Swann, anuncia el remate de una «copia de época».
El filántropo Leonard L. Milberg tenía conocimiento del caso de los documentos de Carvajal y al ver el anuncio se puso en contacto con el consulado mexicano en Nueva York, decide comprar los documentos y donarlos al gobierno de México.
Brito Guadarrama se trasladó en agosto del año pasado a la ciudad norteamericana y constató que los documentos adquiridos por Milberg eran los cuadernillos originales escritos por Carvajal.
El documento fue entregado de regreso a México en marzo de este año.
«Creo que esto no debería quedarse en una historia. Hay que decir cómo se dio el proceso de recuperación, pero también cómo estas personas fueron víctimas de un proceso de intolerancia religiosa que no debería repetirse», agrega.
Ahora, los cuadernillos de Carvajal se encuentra en una bóveda de seguridad junto con otros valiosos documentos que forman parte de la historia de México.