La carne de cañón

Los tiempos cambian, la maldad no. Durante el conflicto armado se le llamaba “carne de cañón” a los niños y adolescentes que reclutaba la guerrilla pues eran los primeros en morir en la línea de combate. Los tiempos cambian la maldad no. Niños y adolescentes que murieron creyendo que se luchaba por ideales, por una sociedad justa  cuando todo resultó un vil  engaño, otro más, pues los comandantes de las casas de cartón solo deseaban llegar al poder y ser “los nuevos ricos”, ejemplos sobran. A esos niños-adolescentes que adolecieron del disfrute de la vida se les llamaba “los samuelitos” en honor a un joven  y brillante estratega militar de nombre Samuel quien falleció en combate. Los tiempos cambian, la maldad no.

Parece mentira que haya tanta maldad en la especie humana pero la decadencia moral la vivimos día a día, ejemplo de ello es que en este caos en el que existimos aparece una nueva “Carne de cañón”, se trata de los médicos jóvenes, se tuvo desde diciembre para empezar a capacitar al personal de salud, especialmente a médicos para que cuando el especialista caiga otro tome otro la estafeta de la vida y de la salud  pero se debió haber elaborado protocolos ordenados y  no ese  remedo de protocolo de la improvisación donde nadie sabe nada y si algo sabe mejor se calla antes de emitir una opinión que desate la ira de los dioses; tenemos médicos jóvenes trabajando desde marzo ,ya su sistema inmunológico se debilita y tendremos un genocidio de médicos jóvenes que por amor a su profesión y a lograr un trabajo se exponen a la muerte. La improvisación y la incapacidad ha sido la norma, nunca, léase bien, nunca se pidió ayuda a los que saben, todo ha quedado en manos de personal incapaz, indolente y corrupto pues importa más la compra de mascarillas a precios altísimos si se comprara ese producto en una farmacia; así las cosas .Los tiempos cambian, la maldad no.

El día 27 de junio será una fecha triste, tristísima para el personal de salud pues 4 médicos y 8 enfermeras fallecieron y nadie hace algo, era personal que estaba en la primera línea de fuego y después de tres meses sin un descanso apropiado, siendo sometidos a una presión inimaginable como significa tener a centímetros a pacientes Covid positivos y sin el equipo de bioseguridad adecuado dice la poca importancia que el personal de salud representa para el actual gobierno. En estos momentos todos los médicos sabemos que corremos un riesgo de contagiarnos y morir pero contratar a personal joven y lanzarlos a la primera línea es un genocidio, nada que envidiarle a la época de los césares donde se  tiraba a un cristiano a que se lo comieran los leones.

Cuando muere un joven muere el futuro de un país y es un deber que se les capacite adecuadamente, reciban el equipo de bioseguridad indicado y en el peor de los casos se les dé el seguro de vida como lo manda la Corte Suprema de Justicia y sobre todo, que reciban ese respeto que  merece todo el personal de salud,  llámese  médico,  enfermera,  anestesista,  camillero;  todos  son profesionales que un país debe cuidar, pero parece que en El Pinochini de América nada importa, la plutocracia y el nepotismo gana terreno, esta pandemia para lo que sirvió es para dejar en evidencia a un El Salvador pobre como pocos, sin rumbo, es un barco que navega sin brújula donde no hay capitán (Ejecutivo y MINSAL)  y los marineros mueren  cada día;  a nadie del gobierno parece importar la vida del personal de salud pues  en dos ocasiones se vetó por parte del ejecutivo las prestaciones para el sector salud. Mientras el personal de salud cae, el gobierno repite la misma mentira, ¡todo es una maravilla! el país es el paraíso, quizá sí; el paraíso que tanto soñamos alcanzar allá, allá en el cielo. Poco a poco se clava un ataúd, en la lápida se podrá leer el nombre del fallecido: El Salvador de la nada. Esta semana falleció un neuro cirujano y el padre de la nefrología, personal que se debe cuidar como lo más valioso que un país tiene, entendemos que todos somos iguales pero  la preparación de estos profesionales lleva años y el país debe llorar a nuestros maestros. Sin embargo la muerte del personal de salud es para las autoridades como oír llover, poco a poco van cayendo decenas de médicos, enfermeras, camilleros y parece que la solución más fácil para el gobierno es traer personal de salud de otros países, ahí está Cuba pero no, deben ser españoles o guatemaltecos pero dudo que ante tal pésimo manejo de la pandemia se animen, una cosa es ser solidario y otro es ser suicida.

En las redes sociales se lee que solo existen 14 camas de las cientos que dicen tener, se lee tal información:” Hospital de El Salvador, sabe que dice mi primo que pura paja lo que salió en la cadena nacional. Dice que solo 14 camas  hay. Que terrible. No hay agua ni ventiladores, y era una esperanza, no tienen los aparatos adecuados y que todo lo han llevado de otro hospital”. Esta información la copié textual, no crea en lo que escribo, sino en los hechos que suceden y que la población es testigo del colapso de la red hospitalaria pública y privada.

Recuerdo que para la ofensiva del 89 pude ver los cadáveres de esos niños y niñas, “los samuelitos”, despedazados, las adolescentes con apenas sus mamas en desarrollo, mientras sus cuerpos eran levantados a patadas por soldados pobres como ellos. Hoy, esos “samuelitos” son los doctores jóvenes que en vez de vestir ropa negra visten ese elegante blanco de sus gabachas.

Por: Francisco Parada Walsh. Médico salvadoreño

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