El traslado la próxima semana de la embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén romperá décadas de consenso internacional, supone un hito diplomático para Israel y ha recabado interés general, con más de cientos de periodistas que viajarán para cubrir el evento, informó hoy el gobierno israelí.
Al medio millar de periodistas extranjeros acreditados permanentemente en el país se sumarán la próxima semana otros trescientos, llegados especialmente para la ocasión, según fuentes oficiales.
El cambio supone un viaje histórico, después de que en los años 80 el Consejo de Seguridad de la ONU exhortara a los estados a sacar de la urbe sus legaciones, tras rechazar la anexión israelí de la parte oriental de la ciudad.
El próximo día 14 EE.UU. convertirá en embajada uno de los edificios de su consulado en Jerusalén, mientras que el día 16 Guatemala hará lo mismo en presencia de su presidente, Jimmy Morales.
Paraguay ha anunciado que hará lo propio el 21 o 22 de mayo, también con la asistencia de su jefe de Estado, Horacio Cartes.
El Congreso de Honduras aprobó en abril una moción para trasladar su embajada, pero falta la orden del Gobierno, que en diciembre se inclinó ya en ese sentido.
Rumanía fue el primer país europeo en anunciar su intención de sumarse al ejemplo estadounidense, con la aprobación de un memorando gubernamental que, sin embargo, se topó con la oposición del presidente Klaus Iohannis, que exigió la dimisión de la primera ministra, Viorica Dancila (PSD), por este motivo.
En la República Checa su presidente, Milos Zeman, anunció que habrá traslado en tres fases: la apertura de un consulado honorario en Jerusalén este mismo mes, el traslado del Centro Cultural y la Cámara de Comercio y finalmente de la embajada.
Y eso pese a que la jefa de la diplomacia europea, Federica Moguerini, dejó claro en diciembre que ninguno de sus miembros trasladaría sus legaciones.
Estas decisiones rompen una tendencia de cuarenta años y contradicen el consenso internacional de no considerar Jerusalén parte de ningún Estado hasta que israelíes y palestinos determinen su estatus en un acuerdo de paz.
Israel ocupó la parte oriental de la ciudad en la Guerra de los Seis Días (1967) y luego la anexionó en 1980 en una decisión unilateral y no reconocida internacionalmente.
Reclama la ciudad entera como su capital «eterna e indivisible», mientras que los palestinos aspiran a constituir en el este la capital de su futuro Estado.
La fecha elegida por Washington no es aleatoria: el 14 de mayo se cumplen 70 años de la fundación del Estado de Israel y, un día más tarde, los palestinos conmemoran la denominada Nakba (Catástrofe), la huida y expulsión de sus tierras como consecuencia de la primera guerra árabe-israelí (1948-1949), motivada por el rechazo de los países árabes a aceptar un estado judío en la región.
Hace 45 años, la presencia de misiones diplomáticas en Jerusalén no era inaudita y llegó a albergar 16 embajadas, doce de países latinoamericanos, tres de africanos y una europea, de Holanda.
Esta situación cambió en septiembre de 1973 cuando el Movimiento de Países No Alienados acordó en Argelia cerrar las legaciones de Costa de Marfil, Zaire (actual República Democrática del Congo) y Kenia en solidaridad con los países árabes que denunciaban la ocupación de sus territorios (el Golán sirio, el Sinaí egipcio y los territorios palestinos).
La salida de las restantes embajadas se produjo después de que el 30 de julio de 1980 la Knéset enmendara la Ley Fundamental de Jerusalén, de 1950, y declaró la ciudad como capital «completa y unida» de Israel.
Un mes después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 478, en la que acordó «no reconocer» este paso ni cualquier otro que alterase «el carácter y estatus de Jerusalén», e instó a sus miembros a sacar de la ciudad sus representaciones.
El 26 de agosto de 1980, menos de una semana después de esta resolución, Holanda anunció el cierre de su embajada, como ya había hecho Venezuela, Uruguay, Chile y Ecuador, que buscaron nuevas sedes en Tel Aviv o alrededores.
En los días siguientes mudarían también sus sedes diplomáticas Haití, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Colombia y Guatemala, y un poco más tarde, lo hicieron Bolivia y República Dominicana.
En un gesto de apoyo al Estado hebreo, Costa Rica en 1982 y El Salvador en 1984, reabrieron sus legaciones en Jerusalén, siendo las únicas dos que se mantuvieron.
Pero dos décadas más tarde, en 2006, las reubicaron en Tel Aviv para enmendar un error que durante ese tiempo les aisló del mundo árabe, como argumentó el entonces presidente costarricense, Óscar Arias.
Desde entonces, ningún país ha vuelto a hacer de la Ciudad Santa su sede diplomática, algo que cambiará la próxima semana con consecuencias que aún están por determinar.