Estudios científicos predicen que el 75 por ciento de la vida en la Tierra podría extinguirse para el 2200.
En los pasados 500 millones de años, cinco grandes extinciones han transformado la vida en la Tierra, ocasionadas ya sea por un catastrófico impacto de un meteorito que eliminó a los dinosaurios o extensos periodos de intensa actividad volcánica que barrieron con un 97 por ciento de todas las especies.
Ahora, dicen los científicos, la Tierra puede estar experimentando la sexta ola de extinción masiva. Pero, en esta ocasión, los humanos somos la causa.
Cuarenta y un por ciento de lo anfibios, 26 por ciento de los mamíferos y 13 por ciento de las aves enfrentan la amenaza de la extinción, según un análisis realizado por la publicación Nature. Caza excesiva, destrucción del hábitat y el cambio climático son algunas de las razones que están generando las mortandades, al igual que la propagación de especies invasivas y las enfermedades.
«Los científicos están viendo un índice de extinción bastante alto en estos momentos», dijo Elizabeth Kolbert, redactora del New Yorker y autora de La sexta extinción: Una historia innatural. «Algunas personas dijeron cien, algunas otras dijeron mil, y otras diez mil veces lo que estaríamos viendo en estos momentos».
Nature reporta que, cada año, un estimado de entre quinientos y 36 mil especies se extinguen. La comunidad científica está en la disputa por entregar cifras precisas ya que los números estimados de ciertas especies de plantas y animales varían ampliamente de menos de dos millones hasta los diez millones.
«Estamos perdiendo especies a un ritmo increíble y creo que la mayoría de los científicos piensan que esos ritmos están incrementando», dijo Noah Greenwald, del Centro para la Diversidad Biológica de Estados Unidos.
El peor escenario en el análisis presentado por Nature predice que 75 por ciento de la vida en la Tierra podría extinguirse para el 2200. En ese escenario, el ensayo asume que hay cinco millones de especies en el planeta y que la extinción ocurre a un ritmo de 0.72 por ciento de especies al año. Hay mucha incertidumbre en el acto de proyectar ritmos de extinción y el número de especies que podrían ser afectadas, esto, debido a la amplia variación en la estimación del número de especies de plantas y animales que existen.
Otros estudios que apoyan los descubrimientos hechos por Nature resaltan el alto nivel de incertidumbre en tratar de establecer la escala de extinción de las especies. Un ensayo de 2010 publicado en Science dice que entre 23 y 26 por ciento de los mamíferos, aves y anfibios consumidos por los humanos están en peligro de extinción. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) advierte que entre veinte mil y 75 mil especies de las que estudiaron están en riesgo.
Las causas que están generando la actual ola de extinción son variadas, sin embargo, cada una se remite, de alguna manera, a una actividad humana.
«Uno de los vehículos de la extinción es simplemente la caza indiscriminada y la sobreexplotación», dijo Kolbert.
«Los rinocerontes están en gran peligro, porque están siendo cazados y no se pueden reproducir suficientemente rápido para salvarse, así que, simplemente, un detonante de su extinción es que los estamos matando».
La destrucción de los hábitats es otro de los factores que está conduciendo a la extinción. Al duplicarse la población humana global en los últimos cuarenta años, más del cincuenta por ciento de la superficie de la Tierra ha sido degradada o destruida debido a la intervención humana. Durante ese tiempo, la mitad de la vida animal del planeta fue asesinada.
Las especies invasivas y las enfermedades implican desafíos aún más poderosos para algunas plantas y animales. Los humanos hemos mostrado ser fanáticos de introducir criaturas en ambientes en los que pueden causar grandes estragos. Piensa en la carpa asiática, un pez invasor que está avanzando por el río Illinois y el Mississippi y que amenaza con poblar los Grandes Lagos. Kolbert advirtió que los anfibios están muriendo a montones debido a un hongo letal del que somos responsables los humanos.
Quizás el factor que más está aportando a esta llamada sexta gran extinción es el efecto invernadero, con la producción de gases como el dióxido de carbono, los cuales se están diseminando en la atmósfera y los océanos.
«Se ha predicho que el cambio climático y la acidificación de los océanos llevarán a la extinción, en cuanto nos movemos fuera de las rangos históricos», dijo Kolbert.
Incluso antes de que estas grandes cantidades de especies se extingan, los científicos advierten que estos fenómenos también alterarán, inmediatamente ecosistemas frágiles.
«Digamos que tenemos las últimas cien especies y las salvamos y esos animales no están técnicamente extintos, pero sí lo están funcionalmente en el ecosistema», agregó Kolbert.
Kolbert, además, usó el bacalao como ejemplo. La pesca indiscriminada diezmó su población en el Atlántico. Los gobiernos impusieron vedas del mismo, esperado que sus poblaciones se pudieran recuperar, pero eso no ha sucedido. Sin embargo, algunos científicos esperan que los ecosistemas se recuperen; aunque, no saben si el bacalao podrá jugar el mismo rol en el hábitat marino tal y como la cumplió antes de que la pesca indiscriminada hiciera que su población se redujera.
Esta sexta gran extinción muestra el grado en el que los humanos podemos ser una plaga para el planeta, ya sea conduciendo la maquinaria pesada que transforma bosques en llanos, quemando carbón que calienta la atmósfera o envenenando lagos y ríos con fertilizantes ricos en metales pesados que se transfieren a los vegetales que consumimos. Pero como si fuera parte de una trama digna de una tragedia griega, los humanos somos los únicos que podemos detener lo que nosotros mismos hemos puesto en marcha.
«No podríamos saber cómo hacer que un asteroide no nos estrellara», dijo Jon Hoekstra, vicepresidente y jefe de investigación del World Wide Fund (WWF). «Fundamentalmente, esta extinción es muy diferente porque no sólo es causada por la gente, sino que también puede ser advertida por la gente».
Cerca de doscientas naciones han ratificado la Convenio de Ginebra sobre la Diversidad Biológica, un tratado de 1993 que le apuesta a proteger la biodiversidad del mundo y a reducir los índices de extinción. Bajo las ideas de este tratado, las naciones se han coordinado para detener la expansión de especies invasivas, establecer grandes áreas de conservación, y luchar para mitigar los impactos del cambio climático. Los Estados Unidos no han ratificado el trato.
«Éste es, realmente, el problema más serio que enfrenta la humanidad, porque no se puede dar reversa a la extinción», dijo Greenwald. «Básicamente estás causando un daño irreparable, pero eso no se discute en los corredores del Congreso».