En un movimiento que sacudiría la industria del entretenimiento y el tablero geopolítico regional, una fuente dentro de la Casa Presidencial de El Salvador reveló a la Agencia Digital de Noticias -ADN- que la superestrella colombiana Shakira habría firmado un contrato de exclusividad para realizar tres presentaciones masivas en El Salvador. El acuerdo, valorado en 9 millones de dólares —3 millones por cada concierto—, incluiría una cláusula que, de ser cierta la información, podría generar una intensa polémica: el compromiso explícito de la artista de promover una imagen positiva de la administración de Nayib Bukele.
Este contrato convierte a El Salvador en el epicentro de su actividad en Centroamérica, desplazando a otros mercados tradicionales y consolidando la estrategia del gobierno salvadoreño de utilizar figuras de talla mundial para validar su narrativa política.
Una cifra récord y una agenda «Diplomática»
La fuente, cercana a la negociación, confirmó que el pago de los 9 millones de dólares proviene de una mezcla de fondos públicos destinados a la promoción turística y patrocinios de empresas vinculadas al Ejecutivo. La cifra, inusualmente alta para el mercado centroamericano, no solo cubre los costos de producción y honorarios, sino que, según los informes, garantiza una serie de gestos públicos de apoyo.
- Tres Noches de «Loba»: Los conciertos, que forman parte de la gira «Las mujeres ya no lloran tour» se llevarán a cabo en el renovado Estadio Jorge «Mágico» González, con una logística de seguridad sin precedentes.
- El Factor Político: El contrato estipula que la cantante deberá realizar menciones positivas sobre la «seguridad», la «transformación» y el «clima de libertad» que impera bajo el actual régimen en sus redes sociales y durante las intervenciones en vivo.
- Contenidos Digitales: Se espera que Shakira participe en materiales audiovisuales de promoción país junto a funcionarios del gobierno, resaltando los logros de la gestión de Bukele.
La estrategia de «Soft Power» de Bukele
Para el gobierno de Nayib Bukele, la llegada de Shakira no es solo un evento cultural, sino una pieza clave de su estrategia de «Poder Blando» (Soft Power). Tras años de críticas internacionales por parte de organizaciones de derechos humanos, la administración busca utilizar el brillo de la ganadora del Grammy para contrarrestar los informes negativos y cimentar la idea de un «Nuevo El Salvador».
«Es una inversión en la marca país. Que la artista más importante del mundo latino hable bien de nuestra seguridad es más efectivo que cualquier campaña publicitaria tradicional», explicó a ADN la fuente interna de la Casa Presidencial.
Controversia y ética artística
El anuncio ha provocado una ola de reacciones divididas. Mientras los seguidores salvadoreños celebran la oportunidad de ver a su ídolo, sectores de la sociedad civil y observadores internacionales cuestionan la ética de condicionar una presentación artística al apoyo de un régimen político.
Críticos señalan que este acuerdo pone a Shakira en una posición incómoda, dado su historial de trabajo humanitario con la Fundación Pies Descalzos y su cercanía con organismos internacionales que han expresado preocupaciones sobre el estado de derecho en el país centroamericano.
Implicaciones Clave:
- Turismo: Se espera una afluencia masiva de fans de Guatemala, Honduras y Nicaragua, inyectando divisas al comercio local.
- Imagen Internacional: La efectividad de los elogios de Shakira será puesta a prueba ante una comunidad internacional que observa de cerca el respeto a los derechos humanos en el país.