El silencio de los «grandes» frente a la verdadera corrupción en El Salvador

A pocos meses de haber dejado la Fiscalía General de la República (FGR), Douglas Meléndez enfrenta acusaciones graves en su contra que incluyen Negociaciones Ilícitas, Omisión en la Obligación de Investigar y sobre todo, de Fraude Procesal.

Las acusaciones han sido directas e incluyen una denuncia formal ante la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, donde cuatro fiscales y dos técnicos de la FGR, acusan directamente al exfiscal Douglas Meléndez de manipular, así como de haber «fabricado juicios emblemáticos», contra personas que o están sufriendo cárcel, como el otrora fiscal general, Luis Martínez, o que están siendo perseguidas, como es el caso del empresario salvadoreño Enrique Rais.

Los hechos demuestran, a todas luces, que existen razones poderosas de competencia desleal y de muchos millones de dólares, de los que pretenden despojar a Rais y sus empresas, relacionadas principalmente con el tratamiento de los desechos sólidos y que le disputa otro empresario salvadoreño. Nos demuestran también, que las heridas que causó el exfiscal Martínez en su lucha contra las pandillas y en la defensa de los bienes nacionales en el caso CelEnel, están abiertas y son la causa principal por la cual se encuentra en la cárcel.

Ahora que comienza a derrumbarse el castillo de arbitrariedades y de corrupción que construyó Meléndez en la Fiscalía, la ciudadanía tiene la obligación y el derecho de exigir a los medios «grandes» del país, que no contribuyan con su silencio a la impunidad de funcionarios inmorales que jamás debieron existir en El Salvador.

Todo mundo recuerda cómo los «grandes» periódicos del país, llenaron sus páginas por años enteros, dando cobertura «escandalosa» a las presentaciones mediáticas del exfiscal Meléndez; sobre todo, desde que en un proceso de investigación amañado logró llevar a la cárcel al empresario salvadoreño Enrique Rais y al exfiscal Luis Antonio Martínez.

Por casi tres años, estos medios se hicieron eco de la histeria del entonces fiscal Douglas Meléndez en su afán de mostrar al empresario Rais y a Martínez como los seres más despreciables de la tierra.

Mostrar al país y al mundo entero a estos salvadoreños, luciendo en sus muñecas los clásicos dispositivos metálicos llamados «esposas», fue para ellos un éxito editorial de gran trascendencia.

De nada le ha valido a Rais denunciar las atrocidades jurídicas cometidas en su contra y en contra de su familia. A no ser mediante el pago de exorbitantes cantidades de dinero que pagó en concepto de campos pagados, ninguno de los llamados «Medios Grandes» se hizo eco de sus denuncias. Quizás porque temían a Douglas Meléndez y veían venir  una reelección que por suerte no se produjo.

Ahora la cosa es diferente; Meléndez ya no es fiscal y gente honrada y valiente ha comenzado a decir la verdad de lo que en realidad era y sigue siendo Douglas Meléndez: un funcionario corrupto que envileció la justicia como pocos.

Dos honorables abogados de la República han presentado sendos avisos a la FGR, para que investigue la otra cara de Meléndez. La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) tiene en su poder una denuncia espeluznante: una trama en la que fiscales obligan a fiscales a declarar como testigos criteriados con tal de perjudicar a ciudadanos honrados e inocentes y a la cabeza de esa trama el mismísimo Douglas Meléndez.

Por si lo dicho fuera poco, el exfiscal que amenazaba a los jueces y a todo mundo, fue sorprendido recientemente en posesión de un vehículo de lujo, una Jeep 2017 color blanco, cuyos registros señalan como propietario nada menos que a un proveedor de la FGR a quien Meléndez favoreció con una licitación para suministrar «materia prima para hacer uniformes militares»

No son «chambres de alcoba» ni imaginaciones de algunas de sus víctimas, son verdades que solo los medios «chicos» se han atrevido a publicar.

Los medios «grandes», aquellos que en determinado momento se solazaron con sus primeras páginas y sus fotos estigmatizantes, ahora no dicen nada; guardan silencio sepulcral, un silencio que no tiene explicación, un silencio cómplice que puede llegar a ser tan terrible como los delitos que ahora se le atribuyen a Douglas Meléndez.

Por Eduardo Vazquez Becker -DiarioLatino.net

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