Con poco más de dos kilómetros de longitud y sólo unos metros de altura, el muro que está construyendo Ecuador en un tramo de su frontera con Perú ha provocado una fuerte disputa diplomática entre los dos países sudamericanos.
El diplomático peruano de más alto rango para las Américas, Hugo de Zela, ha pedido una reunión bilateral urgente para discutir el tema, advirtiendo que el muro generaría peligro de inundación en el pueblo peruano de Aguas Verdes, ubicado cerca de ese tramo de la frontera.
Los funcionarios ecuatorianos dicen que la estructura es un terraplén de hormigón que limitará la construcción de un parque, una inversión de casi 4 millones de dólares que forma parte de un plan de regeneración urbanística de Huaquillas, el pueblo ecuatoriano más cercano a la frontera.
Sin embargo, Ricardo Flores, gobernador de Tumbes, la pequeña región del lado peruano, ha dicho: «Esto es como el muro de Trump, que divide dos culturas».
El muro se extiende por 2,2 kilómetros, mide entre 1,5 y 4 metros de altura, y está ubicado en uno de los cruces fronterizos más transitados entre los dos países, que comparten una frontera de 1.500 kms entre el Océano Pacífico y el río Putumayo en el Amazonas.
Ecuador y Perú han sido los dos últimos países latinoamericanos en estar en guerra, en un conflicto de 1995 que dejó cientos de muertos. En octubre de 1998 se firmó un tratado de paz, después de que Argentina, Chile, Brasil y los Estados Unidos intervinieran para lograr una mediación. Perú dice que el nuevo muro viola el tratado de 1998, que prohíbe cualquier construcción a menos de 10 metros de la línea fronteriza.
Los habitantes del lugar, además, advierten que el muro va a afectar al intercambio comercial de pescado: el pescado fresco se transportaba en carretilla por pasarelas de bambú sobre el canal que representa la frontera entre los dos países.
Ahora los trabajadores ecuatorianos deben hacer un recorrido mucho más largo para llevar mercadería a Perú, y Manuel López, presidente del sindicato de trabajadores de Aguas Verdes, ha advertido de que el muro representaría el fin del intercambio comercial. «Unos 5.000 trabajadores de cada lado de la frontera se quedarán sin trabajo por culpa de este muro».
Abel Jimenez, un pescador ecuatoriano, dice: «Este pueblo sobrevive gracias al comercio y este muro acabará con eso. Aguas Verdes y Huaquillas son como un mismo pueblo, uno no sabe si está en un lado o en el otro».
Ronlad Farfán, alcalde de Huaquillas, señaló que el muro podría ayudar a reducir el contrabando que perjudica a Ecuador. Los peruanos compran gasolina y medicamentos subsidiados del lado ecuatoriano, mientras que los ecuatorianos cruzan a Perú a comprar ropa y electrodomésticos más baratos.
Sin embargo, Flores rechaza la idea. «Si ésta fuera la forma de acabar con el contrabando, tendríamos que poner muros a lo largo de toda la frontera,» respondió. «Si no hay una respuesta diplomática adecuada», añadió, «la gente podría resolver el asunto con sus propias manos y derribar el muro, como se hizo con el muro de Berlín».