«El tiempo es una magnitud física con la que medimos la duración o separación de acontecimientos. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un tercer conjunto de eventos ni pasados ni futuros respecto a otro. En mecánica clásica, esta tercera clase se llama «presente» y está formada por eventos simultáneos a uno dado”: Wikipedia.
Partimos de esta definición para no entrar en mayores honduras y hacer la presentación de un nuevo término en el área del management y, en especial, de la selección del personal. Se trata de la learnability, cuya traducción literal suena horrible en castellano, «aprendibilidad», y es preferible apelar a un circunloquio: es el deseo y la capacidad de crecer rápidamente y adaptar un conjunto de habilidades para seguir siendo empleables a lo largo de la vida laboral».
Por lo tanto, lo que cambia radicalmente es la valoración de los conocimientos adquiridos que quedan a la zaga, debiendo incorporar otros nuevos. Estas situaciones ya se encuentran en nuestra vida cotidiana, ya sea al adquirir un nuevo artículo electrónico, viajar por la ciudad o cualquier otro cambio al que hay que adaptarse para no quedar paralizado.
El tiempo no se ha modificado. Vivimos la misma cantidad de horas que en la Edad Media, pero siguiendo la definición inicial, lo que se incrementó fue la duración y cantidad de acontecimientos. La selección de personal se orienta claramente hacia esta cualidad que se va desvinculando del know how (saber cómo se hace) para detectar quién es más capaz de dejar de lado más rápidamente lo que sabe para incorporar nuevos conocimientos o combinarlos de distinta forma. Ya se han desarrollado tests, algo primitivos que se puede encontrar, por ejemplo, en www.learnabilityquotient.com (en inglés).
Cae por su peso que esas personas son las más apetecibles en las empresas actuales y futuras. A la vez, aparece un conflicto con los procesos de aprendizaje académicos que siguen perteneciendo al siglo pasado. Esta mención no es retórica. El siglo XX finalizó hace nada más que diecisiete años, aunque la sensación es que ya han pasado mil. Provoca cierto disgusto pensar que hay muchos jóvenes, hoy día, que se encuentran estudiando carreras cuya inserción en la sociedad habrá desaparecido al momento de recibir su diploma; pero es una realidad ya anunciada.
Los nuevos contextos demandan lo que el acrónimo, en lenguaje anglosajón, se llama «VUCA»: volátiles, inciertos, complejos y ambiguos. Según Raúl Grijalba, presidente ejecutivo de Manpower Group en España, «la empleabilidad ya no depende tanto de lo que se sabe, sino de lo que se puede aprender, porque los ciclos de aprendizaje son cada vez más cortos. La digitalización impacta en las competencias y habilidades de cada puesto y para aprovechar las nuevas oportunidades que se crean, la curiosidad y la capacidad de aprendizaje son fundamentales. También las organizaciones deben adaptarse. Solo tendrán éxito aquellas que sean capaces de combinar talento, competencias y tecnología».
Menudo problema, ya que estos tiempos de innovación, incertidumbres y ambigüedades serán para algunos estimulantes. Para otros, el augurio sombrío de un mundo al que no tienen interés en pertenecer. El conflicto ya es visible en las diferencias generacionales y la cercanía o no con las nuevas tecnologías. Learnability pasará a ser parte de lo que el sociólogo Pierre Bourdieu llama la «vulgata planetaria», como «globalización», «flexibilidad», «gobernabilidad» y muchas otras palabras convertidas en etiquetas incuestionables.
Por: Jorge Mosqueira – LA NACION Argentina.