Por Vanesa Vallejo
Multiculturalistas, proagenda LGTBIQ, hippies, de moral relajada, hedonistas, a favor del uso de las drogas y la prostitución, eso es lo que, por estos días, creen algunos que significa ser libertario. De ahí que cuando hablo de la relación entre conservadurismo y libertarismo la gente se asombre. Parece que para muchos un libertario no puede ser conservador.
Para empezar a hablar de la relación entre conservadurismo y libertarismo quiero señalar, aunque no es una cuestión de fondo, que los creadores intelectuales del libertarismo moderno han sido conservadores culturales, como Ludwig von Mises o el mismo Murray Rothbard que acuñó el término “libertarios nihilistas” para referirse a los multiculturalistas de “moral relajada” que se unían al movimiento en sus tiempos.
El izquierdismo cultural que por estos días abunda dentro del libertarismo no se debe a que los principales teóricos libertarios defendieran esas ideas, como ya he dicho, es todo lo contrario, en su mayoría han sido conservadores en ese aspecto. Como bien lo señala Hans Hermann Hoppe la adopción de esas ideas viene de la comprensión superficial del verdadero libertarismo.
En los inicios del movimiento libertario en Estados Unidos, por ejemplo, el principio de no agresión, así como la idea de no intervencionismo, atrajeron al partido libertario a izquierdistas culturales y opositores a la guerra de Vietnam que no lograron entender la ideas del libertarismo y que veían en él un espacio de tolerancia en el que podían militar.
Desde la izquierda cultural muchos creen que el libertarismo justifica cosas como la pedofilia, la prostitución, la pornografía o el uso de las drogas, de ahí que no sorprenda que desde el principio, se fueran acercado al movimiento “libertarios nihilistas” a quienes yo usualmente llamo socialistas de mercado.
Que yo crea que no hay que meter a la cárcel a una prostituta no hace que me deje de parecer un oficio denigrante y amoral. No quiero tener amigas prostitutas y abiertamente digo, obedeciendo a mis principios, que no está bien la prostitución. Promulgo, a viva voz, otro tipo de valores y de comportamientos.
Pero no solo es que yo personalmente tenga una moral conservadora. Rothbard y, en nuestro tiempo, Hoppe, entre otros, han advertido del peligro de que individuos inadaptados o “libertarios nihilistas” se tomen el libertarismo. Estos izquierdistas culturales militantes del movimiento libertario, así como quienes no han advertido el peligro de sus ideas, creen que mientras se mantenga el principio de no agresión, y un entorno de libre mercado, cada quien podrá vivir como mejor le parezca e indudablemente se alcanzará un alto nivel de prosperidad y bienestar.
No es cierto eso. Se les olvidó que, como bien lo dice el profesor Miguel Anxo Bastos, el capitalismo son valores. No basta con libre mercado y no agresión si la sociedad está llena de hippies, desadaptados y vagos o, como diría Rothbard, “libertarios nihilistas”. Se necesita una cultura de ahorro, de trabajo duro para alcanzar prosperidad. Es necesario que la gente trabaje fuerte, que valore el largo plazo por sobre el corto plazo.
Si dentro de una sociedad, como dentro de un movimiento, se permite que las ideas de estos izquierdistas culturales, incluyendo el igualitarismo y el multiculturalismo, tomen fuerza, cuando se intente frenar, la sociedad ya estará completamente permeada con estos pensamientos.
Desde luego un libertario no buscará meter a la cárcel a un izquierdista cultural, por ejemplo, pero esas ideas sí hay que rechazarlas, señalar abiertamente que son perjudiciales, se debe impedir que florezcan en la sociedad. La prosperidad económica es incompatible con el izquierdismo cultural, porque viene de valores contrarios a los que profesa esta gente, viene de ahorro y trabajo duro.
Hans Hermann Hoppe señala, acertadamente, que “los verdaderos libertarios tendrán que desvincularse manifiesta y ostensiblemente de los impostores del pseudoliberatarismo de izquierda, multicontracultural, igualitario y contrario a todo principio de autoridad”. Esto en tanto que, son los valores conservadores, los que aseguran la prosperidad económica y la libertad.
La drogadicción, la vagancia, el hedonismo, la preferencia por el presente y no por el futuro, son todos comportamientos contrarios a la prosperidad económica. El igualitarismo y el multiculturalismo propios de los libertarios de izquierda socavan la libertad. Yo, al igual que proclamaba Rothbard, no quiero que me identifiquen con hippies, vagos o drogadictos, quiero desligarme de los “libertarios nihilistas”, porque sus ideas van en contra de mis valores pero, además, porque estoy segura que, por las razones que he expuesto en este artículo, van en contravía de la libertad y la prosperidad económica.
La relación entre conservadurismo y libertarismo es mucho más extensa, empezando porque los dos creen en un orden social natural y terminando en su compatibilidad praxeológica y mutuo reforzamiento. Falta, pues, mucho por decir al respecto. Acá me he concentrado en mostrar la inconveniencia de vincular izquierdistas culturales al movimiento libertario y en la importancia de los valores conservadores en el libertarismo.