En la actualidad, se ofrece todo tipo de alimentos industrializados a los niños a edades cada vez más tempranas. Pizzas o panificados congelados, comidas para microondas, snacks, postres envasados, jugos y bebidas azucaradas representan el 67% de las calorías consumidas por los niños, algo que preocupa a los especialistas.
Así lo reveló una investigación publicada en la revista JAMA de laAsociación Médica Estadounidense, que analizó la dieta de 33.795 niños y adolescentes en EEUU con una edad promedio de 10,7 años y concluyó que este tipo de alimentos “representan consistentemente la mayor parte de su ingesta energética total”.
Los resultados del análisis marcaron un aumento del 6% frente al 61% de esos alimentos que ingería este grupo poblacional en 1999.
En paralelo, los investigadores observaron además, que la proporción de alimentos más saludables, sin procesar o mínimamente procesados, disminuyó del 28,8% al 23,5% de las calorías consumidas.
Fang Fang Zhang es epidemiólogo en nutrición y cáncer de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts, en Boston, y el autor principal del trabajo, y si bien señaló que “algunos panes integrales y productos lácteos son ultraprocesados y son más saludables que otros alimentos ultraprocesados”, reconoció que “muchos productos ultraprocesados son menos saludables, con más azúcar y sal, y menos fibra quee los alimentos no procesados y mínimamente procesados, y es preocupante el aumento de su consumo por parte de niños y adolescentes”.
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El vínculo entre la salud infantil y los alimentos ultraprocesados es complejo, y la alimentación es un pilar fundamental de la salud integral de las personas -sobre todo en la infancia, un momento de la vida en el que los niños están en pleno desarrollo físico y mental-.
Otro reciente estudio realizado por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) y por UNICEF Argentina mostró que el patrón alimentario de chicas y chicos está alejado de las recomendaciones de las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA). Según el relevamiento, los productos ultraprocesados son la base de la alimentación de esta población, representando más del 35% del aporte calórico diario. Asimismo, estos jóvenes ingieren solo el 20% de las cantidades sugeridas de frutas y verduras.
Consultada por Infobae sobre los hallazgos, la médica pediatra especialista en medicina funcional en niños y adultos Mariel Dobenau(MN 127.450) consideró que “más allá de las calorías, que no tienen una importancia metabólica, lo más importante -y lo más crítico- de que los chicos coman ultraprocesados es que éstos no son alimentos densos en nutrientes; son alimentos de mala calidad nutricional en una etapa clave del crecimiento”.
Y tras asegurar que “independientemente de lo metabólico, lo que fundamentalmente preocupa es la alteración sensorial que producen al perturbar el mecanismo de recompensa del hambre y la saciedad”, la especialista enfatizó: “Eso está ‘tatuando’ un montón de hábitos y de mecanismos de recompensa para el futuro. Y eso es lo más importante que tenemos que entender al hablar de consumo de ultraprocesados en los chicos: que se trata de alimentos que no sólo producen daño metabólico per sé sino que producen un daño sensorial del mecanismo de recompensa de hambre y saciedad, y que son comestibles que no tienen la densidad nutricional que un niño necesita para crecer adecuadamente”.
En la misma línea, la médica pediatra de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) Roxana Anahi Timo (MN 88.956) sumó que “los alimentos ultraprocesados representan ‘calorías vacías’, porque a la hora de pensar en la nutrición infantil, no cumplen ninguna función. Al contrario, su consumo en exceso está relacionado con enfermedades crónicas como diabetes y obesidad”.
“Además, contienen sustancias como azúcar, glutamato monosódico, grasas trans y aditivos alimentarios, que son muy nocivos para la salud”, remarcó.
Consecuencias en la salud a largo plazo
“La investigación no halló diferencias estadísticamente significativas por educación o nivel de ingresos, lo que indica que los alimentos ultraprocesados son omnipresentes en la dieta de los niños en todas las culturas y contextos socioeconómicos”, resaltó Timo en este punto.
Y consideró que “la realidad alarmante reflejada en este estudio se observa a nivel global, mostrando la baja calidad nutricional en la alimentación infantil, una problemática creciente que afectará indefectiblemente la salud de los niños”.
Para Dobenau, al incluir este tipo de alimentos en la dieta de los niños “se está perdiendo un momento impronta crítico en el desarrollo de un niño”.
“Además, si bien van a pasar años hasta que veamos el síndrome metabólico, estamos creándoles un ambiente que va muy en contra de la biología humana, en cómo tienen que alimentarse -señaló-. Ese es el gran problema, más allá de todos los trastornos intestinales, cognitivos, de desarrollo que ya están descritos en los ultraprocesados”.
En ese sentido, agregó que “en la composición de este tipo de productos hay un montón de sustancias que el cuerpo biológica y evolutivamente no conoce, o sea que son un montón de proteínas, colorantes, conservantes, realzadores de sabor, que a nivel bioquímico funcionan como tóxicos a nivel del intestino y del sistema inmune”.
Por último, aportó el dato no menor de que “es imposible esperar que los chicos puedan regular la porción porque estos productos están hechos para no poder moderar su consumo, menos aún en un cerebro que está ávido y creando mecanismos de recompensa”.
A lo que Timo agregó: “La epidemia de obesidad, diabetes y enfermedades crónicas afectará en mayor medida a las futuras generaciones si no realizamos un cambio sustancial en materia de alimentación”.
“O sea que a nivel familiar, lo que mejor podemos hacer es ser ‘un refugio saludable’ en donde los chicos no tengan acceso o tengan el menor acceso posible a este tipo de comestibles”, concluyó Dobenau.