El 80% de las personas que tienen apnea del sueño lo desconocen. Dado que siempre se produce mientras duermen, no son capaces de identificar el problema, salvo por las consecuencias que provoca mientras están despiertos: no se sienten descansados cuando se levanta y pueden estar adormilados todo el día. Pero no sólo afecta a quienes lo padecen, sino también a las parejas con las que duermen porque les dificultan su descanso.
Con la apnea del sueño se paraliza la respiración mientras se duerme. Esto se produce cuando la parte posterior de la garganta impide el paso normal del aire hacia los pulmones, lo que hace que el individuo tenga que realizar esfuerzos para respirar. Se puede paralizar durante unos diez segundos y hasta un centenar de veces mientras se duerme en una misma noche, aunque siempre depende del paciente.
Se trata una enfermedad muy prevalente en la población general, que puede causar deterioro de la calidad de vida, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, accidentes de tráfico y se relaciona con un exceso de mortalidad. Se ha demostrado también que los pacientes no diagnosticados duplican el consumo de recursos sanitarios con respecto a los diagnosticados y tratados.
En una entrevista con Infosalus, el doctor Eusebi Chiner, director del área de Pacientes de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), define la apnea del sueño como: «La detención de la respiración durante el sueño. Todo el mundo en condiciones normales puede tener esas paradas en la respiración, pero se convierten en un problema cuando éstas se repiten durante muchos días y a lo largo de toda la noche. Son pacientes que suelen ser roncadores, que tienen esas apneas referidas por el marido o por la mujer, por el acompañante».
Aunque no siempre, el especialista enumera como posibles indicadores de apnea del sueño:
– Somnolencia por el día a pesar de dormir varias horas
– Sueño no reparador
– Cansancio durante el día
– Falta de reflejos, no se está lo despierto o activo que se pueda estar
– Ser olvidadizo
– Estar malhumorado o irritable
– Tener dolores de cabeza difíciles de tratar
– Ronquidos desmesurados durante el sueño intercalados con paradas en la respiración
En este sentido, el neumólogo explica que es el ronquido el que abre la vía como mecanismo de defensa porque, mientras se produce la apnea, tiene lugar una disminución del oxígeno de la sangre. «En sí mismo la apnea del sueño se produce por el colapso de la vía aérea superior, formada por todos los tejidos que tenemos en la faringe, en la ‘garganta’, que en ocasiones se estrecha porque cuando dormimos se produce una relajación muscular en el cuello. En condiciones normales cuando se pierden estos reflejos se puede producir este colapso», añade.
Según indica, se trata de un fenómeno «frecuente» en la población, particularmente en los varones, ya que un 40% de hombres roncan habitualmente. «Lo que debe hacer llamar la atención, más que el ronquido, es el ronquido desmesurado, que pueda ser entrecortado o que se detiene, y después de que está detenido un momento empieza un ronquido fuerte estruendoso y creciente. Eso nos puede hacer llamar la atención de que se ha producido una apnea», avisa el director de SEPAR Pacientes.
FACTORES DE RIESGO
En cuanto a los factores de riesgo, apunta a la edad, al sexo masculino y al índice de masa corporal. Se incrementa con la edad llegando a triplicarse en los ancianos comparados con las edades medias. Asimismo, la relación hombre/mujer se iguala a partir de la menopausia. Otras variables son el alcohol, el tabaco, los sedantes, los hipnóticos y barbitúricos, y la posición en decúbito supino a la hora de dormir. Otros factores importantes son los genéticos, familiares y raciales.
Otros riesgos asociados, según especifica Chiner, es que se tengan las vías superiores estrechas, por ejemplo en personas con obesidad, «o personas adultas con un aumento de partes blandas en la faringe, en la campanilla, del tamaño de la lengua, o algunas características de la barbilla, y que pueden predisponer a tener esta vía más estrecha», agrega.
Durante la edad infantil también pueden tener lugar apenas del sueño, un problema asociado a las amígdalas hipertróficas, aumentadas. «Lo que se llama adenoides, que son las vegetaciones en los niños y que impiden el paso del aire y producen ronquidos y apneas. Pero también en los niños, en edades más mayores, a partir de los seis, se suman otros factores como la aparición frecuente de obesidad y en la adolescencia donde se pueden sumar ambos factores, amígdalas hipertróficas no intervenidas y obesidad», subraya.
TRATAMIENTO
El miembro de la SEPAR indica que hay una serie de medidas generales para paliarlo. Por una parte, la pérdida de peso, porque en el 80% de los casos está relacionado con el sobrepeso. Aconseja evitar uso de sedantes y la ingesta de alcohol porque acrecienta la apnea, además de erradicar el tabaquismo porque empeora la respiración nasal.
«El tratamiento estándar se llama CPAP, una máquina que ejerce una presión positiva continua en la vía aérea. Se enchufa en la corriente y a través de un tubo y una mascarilla, que se ajusta a la nariz mientras se está durmiendo, nos insufla aire y evita el cierre de la vía aérea superior o de la garganta mientras se está durmiendo. De esta forma se consigue evitar el ronquido y la apnea», describe el especialista.
Finalmente, Chiner destaca que la apnea del sueño «tiene curación», si bien subraya: «Por poner un ejemplo tiene la misma curación que aquel que no ve y lleva gafas. Si se duerme con la CPAP se descansará y se evitarán las apneas».