Los países centroamericanos, con el apoyo de Alemania, trabajan en la restauración de 7,9 millones de hectáreas de bosques con el fin de mitigar la degradación que afrontan por incendios, la tala ilegal y el cambio climático.
«Los países comienzan a sentir la necesidad real de hacer los cambios, porque la restauración de los bosques es la salvación», declaró en entrevista con periodistas el director regional de la Agencia de Cooperación de Alemania GIZ, Laszlo Pancel.
Nicaragua, con 2,7 millones de hectáreas, es el país con más bosques por restaurar, seguido por Guatemala con 1,2 millones de hectáreas, y El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá con un millón de hectáreas cada uno, según compromisos adoptados por los países en una cita ambiental de 2011 en Alemania, cuando se lanzó el Desafío de Bonn, un pacto global de recuperación de bosques.
En el caso de El Salvador, con 6,6 millones de habitantes en escasos 20.742 km2, se busca restaurar la mitad del territorio.
A nivel mundial, el Desafío de Bonn (Bonn Challenge) apunta a restaurar, hasta 2030, 150 millones de hectáreas con vocación forestal.
Con el título de «Plantatón», Honduras y El Salvador desarrollan masivos planes de reforestación. El resto de naciones hace lo propio.
Ante el crítico panorama que enfrentan los bosques «lo importante es despertar el interés» en las sociedades del istmo para que se creen «movimientos nacionales de restauración», reflexiona Pancel, quien además es el coordinador del Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y Degradación de Bosques (REDD).
– Deficitaria cobertura boscosa –
Con una extensión territorial de 533.000 Km2, el istmo tiene una cobertura boscosa estimada en 19.479 millones de hectáreas, 42% de su territorio según la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), en una región que cada año acumula centenares de hectáreas devastadas por incendios y plagas como el gorgojo descortezador, que ataca de forma irreversible los pinos.
Entre 2013 y 2016, el gorgojo devoró unas 508.750 hectáreas de pino en Honduras, uno de los peores desastres ecológicos en décadas atribuido a la sequía causada por el fenómeno climático El Niño, que azotó Centroamérica los últimos tres años.
Por la misma plaga, que prolifera con el aumento de la temperatura, El Salvador y Guatemala sufrieron la pérdida de significativas plantaciones de pinos.
«Con 0,5 grados de aumento de la temperatura (es suficiente) para crear una óptima situación para que el gorgojo sea un agente permanente en el bosque y sea una calamidad», estimó Pancel, un experto en bosques.
– Peligro de nuevas plagas –
Con el calentamiento global «pueden llegar pestes que no nos podemos imaginar. Hoy es el gorgojo pero después puede ser otra cosa que antes no era peste porque no encontraba su (ambiente) ecológico óptimo», advierte el especialista alemán.
Además, con la variación climática, los incendios forestales pueden acelerarse con lo cual las condiciones serán «óptimas para catástrofes». Ello obliga a la región a tomar medidas de mitigación, plantando otras de las 5.700 especies existentes en sus bosques, como cedro y caoba.
Para acompañar los esfuerzos de reforestación, los países del área instalaron en El Salvador el Centro de Semillas Forestales para Centroamérica, con una inversión de 500.000 dólares donados por Alemania.
Desde 2010, la cooperación alemana ha destinado a Centroamércia alrededor de 180 millones de dólares entre donaciones y préstamos a bajo interés.
De esa cita en Honduras, Pancel espera que «salga la chispa» para que también las naciones del Caribe impulsen planes de reforestación para salir al paso de la crisis de agua que afrontan.
Con información de AFP