“Construyendo castillos en el aire” es el título de la última exposición del arte callejero, incómodo y reivindicativo del elusivo artista británico Banksy, que abre este domingo sus puertas en el llamado anteriormente International Center of Photography Museum de la ciudad de Nueva York. La muestra ofrece una perspectiva clásica de su primera década de trabajo, como si se tratara de una retrospectiva de un clásico del renacimiento italiano.
Sin música, sin experiencias inmersivas ni tienda de recuerdos ni mercadeo, la exposición de Banksy quiere mostrar, con una disposición sobria de sus obras sobre fondo negro, su trabajo al desnudo, como si se tratara de una visita a un museo.
Vale la aclaración, se trata de una muestra “no autorizada” por el artista, de quién se desconoce su verdadera identidad y mucho menos, su rostro. “Los organizadores y curadores desean informar a la audiencia que el artista conocido como Banksy no está involucrado en esta exposición y no ha brindado respaldo, apoyo ni obras de arte para este proyecto. El catálogo de la exposición ha sido enviado y revisado por Pest Control Office ltd. para verificaciones de precisión y autenticidad”, aclaran los productores de la exhibición en su página web.
Y agrega. “No hay colecciones públicas del trabajo de Banksy para estudiar la producción de estudio del artista. Por eso nuestra investigación nos ha llevado a los coleccionistas más relevantes de todo el mundo. Entre las obras que presentaremos, están algunas de las primeras pinturas más raras del período de Bristol del artista”.
Miguel Ángel en el siglo XXI
“En los últimos 15 años hemos organizado exposiciones de arte clásico sobre Leonardo da Vinci, Rafael, Caravaggio o Botticelli en Estados Unidos, Europa, Japón y todo el mundo, y en los últimos cinco años hemos organizado exposiciones sobre arte urbano con el mismo método científico y académico para analizar esta tendencia. Banksy, en esta exposición, se interpreta como un artista clásico”, explicó el presidente de MetaMorfosi, la empresa detrás de la iniciativa.
Frente al cuadro “Rubber Duck” en el que un pato de goma amarillo flota feliz en una bañera en la que se adivina la silueta de un amenazante tiburón, el comisario de la exposición, Stefano Antonelli, contó el objetivo de su trabajo. “Banksy es muy bien conocido como un artista callejero, pero aquí, el visitante no va a ver ese arte. Vamos a ver cómo el arte callejero es absorbido por el sistema del arte y se convierte en valioso y nosotros tratamos de entender por qué se produce esto”, dice Stefano Antonelli de la muestra, que exhibe 120 trabajos de la primera década del siglo XXI.
Sobre la “Rubber Duck”, el curador explica que es un trabajo en el que Banksy intenta “ser un pintor con este estilo expresionista, representando un patito de goma”. “Pero como es habitual con Banksy, la vida no siempre es tan fácil como parece y no siempre puedes relajarte, porque aunque estás en casa, en tu baño”, siempre hay algo que te amenaza, explica.
Del punk británico al grafiti de NYC
Y ese Banksy que no quiere seguir las normas, que contesta constantemente la cotidianeidad, las reglas, lo que siempre se ha dado por supuesto, vuelve en cada pasillo, con cada una de sus obras, a la contradicción de un artista por algunos de cuyos trabajos, como en el caso de “Cloud Dj” (DJ en la nube), se pagan millones de dólares.
Un mono con un cartel en el que se lee “ríete ahora, pero un día nosotros estaremos al mando”; un ficticio anuncio turístico de la Palestina histórica con el subtítulo: “Al ejército israelí le gustó tanto que nunca se fue” o cuatro mujeres que parecen rezar a un cristo yacente, pero en realidad se prostran ante un cartel que anuncia que las rebajas se terminan hoy, son algunas de las piezas del catálogo, donde no faltan las más conocidas del artista.
Es una obra nacida “de un álgebra en la que se mezcla algo de punk, de actitud británica, y de la actitud neoyorquina del grafiti. Dos vandalismos culturales que producen dos tipos diferentes de objetos culturales” y que se unen en el pintor de Bristol. El arte callejero ha hecho un gran trabajo. La pintura está de vuelta en nuestra vida gracias a estos artistas que ya no pintan en los lienzos, sino en las paredes de nuestro mundo ordinario, trayendo el arte directamente a nuestra vida”, resume el comisario.
Un artista fantasma
La exposición también intenta profundizar en el aspecto de Banksy como un artista anónimo, sin identidad, con el que los organizadores solo pudieron intercambiar algunos correos electrónicos pero con quien nunca se reunieron para montar este evento que se presenta como una “exposición no autorizada”, aunque el catálogo sí cuenta con la aprobación de la compañía de Banksy Pest Control Office.
Antonelli explica que los fantasmas están presentes en nuestra cultura, aunque no existan, y como ellos Banksy, con su existencia etérea se ha convertido en “una especie de conciencia de la sociedad, actuando como un fantasma” que no debería existir, pero que está presente. Pero además, destaca que se ha transformado también en un medio de información de masas y que actúa como si lo fuera.
“La comunicación entre Banksy y nosotros es una comunicación unidireccional en la que aunque él nos habla, nosotros no tenemos la oportunidad de hablar con Banksy” quien, según el comisario, nos ofrece siempre su comentario sobre la actualidad, una actualidad que, según la famosa frade la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, no puede tener otra alternativa más allá del capitalismo.