Alta Costura de París convierte las constelaciones en vestidos

by Redacción

Motivo de supersticiones para algunos o bella panorámica para otros, los diseñadores de la Alta Costura miraron este lunes al cielo en busca de inspiración para sus prendas más exclusivas, en las que retrataron constelaciones y paisajes galácticos.

A primera hora de la mañana, el Palais Garnier de la Ópera de París acogió el desfile de Schiaparelli -la firma que reabrió hace unos años para recuperar la casa fundada por Elsa Schiaparelli en 1927- con el que dio comienzo la presentación de colecciones primavera-verano 2019.

La creadora se movía en el círculo artístico de los surrealistas, como Salvador Dalí, cuyos dibujos servían como estampados para sus vestidos, en la misma línea vanguardista que la de los pintores.

Elsa Schiaparelli fue una supersticiosa desde la infancia, cuando su tío Giovanni le enseñaba las constelaciones desde un observatorio milanés.

El recuerdo quedó en su memoria. Años más tarde, los símbolos del zodiaco, las estrellas y otros astros eran los bordados de sus vestidos.

El diseñador francés Bertrand Guyon, que lleva hoy las riendas de Schiaparelli, recuperó estos códigos en una colección más rockera, con estrellas bordadas a gran escala sobre tafetán y una noche estrellada de lentejuelas y brocados sobre una gasa negra translúcida.

Guyon propuso modelos de día, como pantalones cortos en una silueta escultural que marca las caderas con volumen y en faldas trapecio abombadas sobre tutús en rosa «shocking», el fucsia favorito de Schiaparelli.

Las chaquetas bordadas con zodiacos y cometas se llevaron para la noche, sobre bermudas en doble crepé, mientras que el tul bordado, la muselina plisada y la organza dieron forma a los vestidos más llamativos de la colección, con volúmenes y colas, de aire ligeramente infantil por el uso de colores pasteles.

En la pasarela desfiló además la exmodelo franco-argelina Farida Khelfa (1960), una de las musas de los diseñadores Jean-Paul Gaultier y Azzedine Alaïa en la década de 1990, que vistió un sobrio vestido negro con botas de vaquero, el zapato que acompañó todos los diseños de esta presentación.

Horas más tarde, la creadora holandesa Iris Van Herpen, conocida por sus colaboraciones con científicos e ingenieros, mostró en el Palacio de Bellas Artes, frente al río Sena, su particular visión del universo y su imparable ambición como costurera.

En esta ocasión Van Herpen se alió con el artista estadounidense Kim Keever, exingeniero de la NASA conocido por sus pinturas acuáticas con las que experimenta con la idea de lo efímero y con el movimiento.

La holandesa presentó 18 estilismos estampados con las ilustraciones de Keever en translúcidas sedas teñidas sobre vestidos en tres dimensiones con formas estructurales que le permite una técnica de corte con láser, que ya utilizó en su anterior colección.

Van Herpen es una de las pocas diseñadores de la Alta Costura que puede presumir de ofrecer una moda que mira al futuro y no busca la inspiración en décadas anteriores, y pone sobre la pasarela diseños que convierten a las modelos en criaturas espaciales.

En esta primera jornada de desfiles también fue el turno del libanés Georges Hobeika, que retrata en sus creaciones la opulencia de las jequesas.

Vestidos confeccionados a base de plumas y brillantes, faldas voluminosas para recuperar el espíritu de los salones de baile del Romanticismo y guiños a los años cuarenta como un palabra de honor largo hasta los tobillos pero con una apertura lateral que deja a la vista toda la pierna.

El blanco y los reflejos plata vistieron la pasarela, donde los colores pasteles como el melocotón, el azul cielo o el rosa pusieron más luz en los trajes de noche.

Las presentaciones de Alta Costura continúan este martes con las propuestas de Chanel, una de las grandes citas del calendario, y de los creadores franceses Julien Fournié y Alexandre Vauthier.

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